Cultura

Nellie Bly lo hizo antes que tú

  • Capitán Swing edita una recopilación de trabajos de la singular periodista, entre ellos 'Diez días en un manicomio' y 'La vuelta al mundo en 72 días'

La periodista y escritora estadounidense Nellie Bly (Cochran's Mills, 1864-Nueva York, 1922), con el conjunto con el que dio la vuelta al mundo.

La periodista y escritora estadounidense Nellie Bly (Cochran's Mills, 1864-Nueva York, 1922), con el conjunto con el que dio la vuelta al mundo. / d. s.

Ahora, hasta los anuncios del Canal Disney les dicen a las niñas aquello de: "Tú puedes ser lo que quieras, bonita". Pero no hace tanto los modelos femeninos realmente autónomos eran un mirlo blanco. "Nellie Bly -comenta Maureen Corrigan en el libro sobre la periodista estadounidense que publica ahora Capitán Swing, La vuelta al mundo en 72 días y otros escritos- era uno de los pocos referentes realmente independientes, junto con Amelia Earhart y Jode Mujercitas". Para las niñas de su país, Nellie Bly ha sido un icono. Su imagen más conocida, con el conjunto con el que dio la vuelta al mundo -"un abrigo de cuadros que recordaba a Sherlock Holmes y un maletín como el de Mary Poppins"- es imborrable. Esa chica con rostro de camafeo antiguo, sin duda, tramaba algo. Al contemplarla, una sospecha que debió de ser alguien inusual.

Y lo era. Mucho. La antología de publicaciones que aparece ahora en nuestro idioma reúne varios de sus artículos y entrevistas y sus dos reportajes más famosos. Los dos reportajes, de hecho, que la convirtieron en lo que hoy entendemos como una figura mediática: 10 días en un manicomio y La vuelta al mundo en 72 días. El primero le valió un puesto fijo de redactora en el New York World de Pulitzer; el segundo, con el que pretendía enmendar la plana a Julio Verne, fama mundial.

Su estancia en el sanatorio de Blackwell's dio lugar a un relato conciso del infiernoEl mismo Julio Verne dudaba de que fuera capaz, pero batió la marca de Phileas Fogg

Se la vende como la primera practicante del periodismo gonzo antes de que éste fuera siquiera el ectoplasma de una idea en la mente de Hunter S. Thompson. Y es cierto que el periodismo que hacía Bly resulta tremendamente moderno: ¿qué es ese sopor de las 5W y la asepsia? Tengo los datos y te voy contar con ellos una historia. Y será la mía, no querrás que nadie más que yo te la cuente.

Sorprende muchísimo, aun con ojos actuales, el arrojo de Bly. Su seguridad en sí misma. Su piel de rinoceronte. A ello debió contribuir, no poco, el hecho de que su madre, una vez viuda, volviera a casarse con un borracho desastroso. ¿Esto era el salvador?, debió pensar la adolescente Nellie. Si queremos ver cuán adelantada a su época estaba, no hay más que echar un vistazo a su conciencia de los problemas de género. Su primera contribución periodística (con veinte años) fue una carta, y posterior artículo, que publicó en el Pittsburg Dispatch. Ambos textos eran una respuesta a la carta desesperada de un padre que tenía a cinco hijas casaderas. ¿Trabajo femenino y temporalidad? ¿Precariedad laboral y género? ¿Feminización de la pobreza? Nellie lo contó: "Sé de un patrón que contrató a una mujer para un puesto desempeñado hombres. Decía que nunca había tenido a nadie tan bueno pero, como era mujer, le pagaba la mitad. Hay quien a eso lo llama igualdad".

Nellie Bly, está claro, nunca hubiera trabajado para el Hola. Su experiencia en el manicomio de Blackwell's fue consecuencia de ese intentó de no ser encasillada escribiendo loas para señoritas que posaban con sus perritos de bolso. El New York World le preguntó si sería capaz de pasar unos días encerrada en el sanatorio para mujeres: "Dije que podría y que lo haría. Y lo hice". En la época de Nellie Bly, la institución albergaba a 1.600 enfermas. No todas respondían a los perfiles agudos que podemos suponer. Aunque lo único que necesitabas para perder la cabeza en un lugar así, según testimoniaba Bly, era tener una salud delicada y un par de semanas de reclusión. "Tengan en cuenta -escribió- que dejé de fingirme loca en el mismo momento en que atravesé las puertas de Blackwell's, y ningún médico fue consciente de mi condición".

Diez días en un manicomioes un relato del infierno conciso y sin sensibilería. Los baños fríos, las palizas, la dejación, la comida en mal estado son una constante. Hay muestras de sadismo dignas de peli de terror, como la anciana ciega a la que nadie ayuda, y a la que le ponían las manos heladas por el cuello. O una paciente, aún convaleciente, a la que castigan dándole una ducha fría y metiéndola mojada en la cama, y que muere de convulsiones. El reportaje sirvió para que la ayuda oficial a estas instituciones se aumentara en un millón de dólares.

Y un hito igual de grande -aunque no siempre cuenta con el relato de primera mano de Nellie Bly, pues la celeridad del trayecto se lo impedía- fue su vuelta al mundo batiendo a Phileas Fogg (el mismo Julio Verne dudaba de que fuera capaz, aunque la recibió en su casas y la felicitó cuando terminó su aventura). Una propuesta ante la que el periódico tenía sus dudas: una mujer no podía viajar sola y además, como era sabido, no podía hacerlo sin 200 baúles. "Mande a un hombre -fue la respuesta de Bly-. Saldré a la vez para la competencia y le ganaré".

Por suerte para Joseph Pulitzer, al que hizo aún más rico, no fue así. Había seguimiento constante del recorrido de Nellie Bly por el mundo, se lanzó un concurso oficial, apuestas, incluso se imprimió una especie de juego de la oca con la redactora como protagonista. Fueron, en total, 34.986 kilómetros que Bly engulló en 1.734 horas y 11 minutos, o lo que es lo mismo: 72 días, seis horas y 11 minutos. Llamó la atención poderosísimamente que sólo viajara con un traje, un abrigo y un bolso de mano (lo justo para guardar mudas, material de escribir, artículos de aseo, un camisón, gorros y un frasco de crema hidratante).

¿Ironías sobre el ser una supermujer? "Como madre de familia de un hombre pobre, habría tenido gran éxito", reflexiona una representación de cuatro brazos de la diosa Kali. Nellie Bly podría tener una mente varias fincas por delante de los que la rodeaban, pero no dejaba de ser un producto (etnocéntrico) de su tiempo. Por eso no extraña que pueda llegar a ser racista: sobre todo, con los chinos. Aunque es justo decir también que podría haberse quedado a vivir en Japón, "el pueblo más limpio, alegre, elegante y encantador del mundo". "La única cosa del viaje de la que me arrepiento -concluía nuestra moderna favorita- es no haberme llevado una Kodak".

Porque, cuando tú vas, Nellie Bly ya ha vuelto maquillada.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios