Cultura

Osos en invierno

  • Mañana arranca la edición número 65 de la Berlinale, que cuenta en su Sección Oficial con los esperados filmes de Malick, Herzog, Wenders, Panahi o los chilenos Guzmán y Larraín

Va a hacer un año que la 64ª edición de la Berlinale acogía en su Sección Oficial dos de los títulos que mejor carrera han hecho a lo largo de 2014, dos filmes que se las verán en unos días en la competencia por el Oscar y que han sido unánimemente aclamados por la crítica: Boyhood, de Richard Linklater, y The Grand Hotel Budapest, de Wes Anderson.

Sirva este dato para espantar, aunque sea por una vez, la mala prensa del certamen alemán entre la cinefilia más selecta, que suele decantarse por la programación de Cannes, Venecia, Rotterdam o Locarno como principal referencia para sondear lo mejor o más singular de la cosecha del año.

Bien es cierto que inaugurar con lo nuevo de Isabel Coixet (Nobody wants the night, una coproducción internacional protagonizada por Juliette Binoche) no es precisamente la mejor de las noticias, aunque vaya a ser el pie forzado para que se hable estos días en España del certamen, pero la presencia en el concurso oficial de grandes nombres como Malick, Herzog, Wenders, Greenaway, Panahi o Guzmán garantiza al menos unas ciertas expectativas, a buen seguro controvertidas o de colmillo afilado.

El primero parece haber cogido carrerilla tras sus años de barbecho y su pose salingeriana, y regresa ahora con Knight of cups, protagonizada por Christian Bale y Natalie Portman, en lo que parece un ajuste de cuentas con el mundo del cine, el dinero y la frivolidad y un nuevo canto a las esencias espirituales envuelto en la estética evanescente marca de la casa. Herzog vuelve a la ficción cara de la mano de Nicole Kidman y James Franco en Queen of the desert, sobre la escritora, viajera y arqueóloga Gertrud Bell. Franco también protagoniza el nuevo film de Wim Wenders, Everything will be fine, acompañado de Charlotte Gainsbourg y Rachel McAdams. El director alemán recibirá además el homenaje que lo confirma como profeta en su tierra.

Bajo bandera holandesa, el insufrible Peter Greenaway sigue a lo suyo con Eisenstein in Guanajuato, homenaje al periplo mexicano del gran cineasta soviético. La bandera de Panahi pudiera ser iraní si las autoridades de su país no lo tuvieran bajo estricta vigilancia y censura, lo que no ha impedido que traiga a Berlín un nuevo trabajo, Taxi. También el veterano chileno Patricio Guzmán parece más activo y comprometido que nunca, y después de Nostalgia de la luz, concursa con un nuevo documental coproducido con España titulado Elbotón de nácar.

Fiel a su línea atenta a los seísmos, revelaciones y tendencias autorales del cine que se hace en la periferia, el certamen que dirige el incombustible Dieter Kosslick anuncia también en su escaparate principal la presencia del último cine chino (Gone with the bullets, de Wen Jiang), siempre mimado por allí y ganador el año pasado con la excelente Black coal, japonés (Chasuke's journey, de Sabu) o vietnamita (Big father, small father and other stories, de Di Phan Dang).

También desde unos márgenes cada vez más globalizados y cercanos, el chileno Pablo Larraín (No) traerá a Berlín El Club, aunque mucho más insólito será descubrir el cine guatemalteco de hoy de la mano de Jayro Bustamante y su primer largo, Ixcanul.

La vieja y achacosa Europa, con la poderosa Alemania al frente (13 minutes, de Oliver Hirschbiegel; As we were dreaming, de Andreas Dresen; Victoria, de Sebastian Schipper), resiste siempre con nutrida representación en la Sección Oficial, aunque sin presencia griega a la vista. La cosa se dirimirá entre la cineasta polaca más internacional, Malgorzata Szumowska (Body), el británico Andrew Haigh, que regresa a primer plano, después de su pequeño éxito en los circuitos indie-gay con Weekend, con 45 years, protagonizada por dos veteranos del free cinema como Charlotte Rampling y Tom Courtenay; el francés Benoit Jacquot, con su nueva versión del Diario de una camarera de Mirbeau que ya rodaran Renoir o Buñuel, con Léa Seydoux y Vincent Lindon al frente de su reparto; el rumano festivalero Radu Jude (Aferim!); el estilista ruso Aleksey German (Under electric clouds); y la italiana debutante Laura Bispuri (Vergine jiurata), toda una incógnita.

Fuera de concurso se presentarán la nueva versión de Cinderella del empalagoso Kenneth Branagh, con Cate Blanchett y Helena Bonham-Carter, y el retrato (Mr. Holmes) de un Sherlock Holmes maduro que ha protagonizado Sir Ian McKellen y dirigido Bill Condon.

Como de costumbre, nunca hay que fiarse demasiado de los jurados, y menos aún de uno presidido por Darren Aronofsky. A su lado, verán, debatirán y juzgarán los cineastas Bong Joon-ho y Claudia Llosa, los actores Daniel Brühl y Audrey Tautou, la productora Martha de Laurentiis y el showrunner televisivo Michael Winner (Mad men).

Parece estupenda y oportuna, ahora que cierran los últimos laboratorios de celuloide, la idea de la gran retrospectiva de esta edición, dedicada al Technicolor en el centenario del descubrimiento de su proceso. Entre los más de 30 títulos restaurados que la componen, se podrá ver la maravillosa Cantando bajo la lluvia, de Stanley Donen.

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