Cultura

Palabras contra el odio: Esquilo en casa

  • Juan Hurtado es el hombre que, 25 años después, devolverá el 3 de octubre al Teatro Romano su espíritu de templo dramático con 'Prometheus', un montaje que incluye canto, danza e imagen

Camina Juan Hurtado por la piedra vieja del Teatro Romano (la que no podrán utilizar, paradoja, los espectadores de Prometheus para sentarse) y no oculta sus sensaciones, ataviadas de memoria: "En el 84 puse aquí una Antígona cantata, que era un poco salvaje en cuanto a fusión de lenguajes, con una partitura extrema de Rafael Díaz, con una decodificación, o deconstrucción, de los modos del baile flamenco, más las partes cantadas. Una de las voces era la de Carlos Álvarez, y creo que era la primera vez que se subía a un escenario. Teníamos casi ochenta intérpretes". El próximo 3 de octubre, 29 años después, este director teatral cordobés de nacimiento y malagueño de hechuras, cuya trayectoria incluye más de cincuenta montajes (uno de los últimos, Contramansedumbre, de Rafael Ballesteros, volverá a representarse los próximos días 27 y 28 en el Teatro Echegaray tras su estreno de hace unos meses), devolverá al Teatro Romano su condición de templo escénico con Prometheus, revisión del Prometeo encadenado de Esquilo con apuntes del Prometeo liberado de P. B. Shelley merced a la versión del poeta malagueño Francisco Fortuny. La propuesta, incluida en el programa Teatros Romanos de Andalucía de la Consejería de Cultura, podrá verse con cuatro funciones hasta el día 6.

El regreso de los clásicos al Teatro Romano 25 años después de la última función viene así a recuperar una tradición: la que en el mismo yacimiento sostuvieron los festivales grecolatinos que nacieron de la mano de Ángeles Rubio-Argüelles en los años 50 y desembocaron en el actual Festival Internacional de Teatro. "Aquí se tuvo la oportunidad de ver espectáculos difíciles de encontrar en programaciones habituales", recuerda Hurtado. "Pudimos ver un Edipo magnífico interpretado por José Luis Gómez, unas Bacantes asombrosas de Terzopoulos, a Bob Wilson con un espectáculo tremendamente polémico... Especialmente cuando la programación estuvo dirigida por Miguel Romero Esteo, aquí llegaron espectáculos de primera categoría a nivel europeo. Aquella época pasó por diversas fases, pero siempre hubo una constante: lo mucho que apetece ver teatro aquí en verano, aunque sea comedia, o chuscocomedia. Ha habido público para todos los géneros, y recuperar este espacio ahora resulta fundamental para Málaga".

El mismo Hurtado cuenta la historia del nuevo proyecto: "Yo formo parte de la cooperativa Iniciativas Escénicas y Musicales, donde estamos directores como Mercedes León y Rafael Torán, actores, cantantes como Carlos Álvarez [su actual presidente] y directores de orquesta como Arturo Díez Boscovich. Nos propusimos hacer una programación para el Teatro Romano y, cuando me preguntaron qué quería hacer yo, respondí que Prometeo. Al principio lo tenía previsto como una pieza de danza contemporánea, y de hecho se lo propuse en colaboración a Fernando Hurtado, pero él tenía otros compromisos, así que cambié el chip y lo esbocé como una especie de semiópera. Cuando al final nos confirmaron que aquello podía salir adelante, decidimos trabajar a partir del Prometeo de Esquilo; y como iba a ser cantado, recurrí a Francisco Fortuny, que es un excelente versificador. Nos pusimos manos a la obra y generamos un texto básico a partir del que se comenzó a trabajar la partitura. Nacho Fortes se hizo cargo de las coreografías, y Antonio Meliveo de la música".

El resultado es este Prometheus, en cuyo reparto figuran el barítono José Antonio Ariza, la soprano Alicia Molina y los actores Juan Antonio Hidalgo, Virginia Nölting, Paula Meliveo, Carmen Esteban, Lara Chaves y Eduardo Duro. El Teatro Romano será objeto de una intervención sencilla y nada agresiva para la representación: el recinto quedará aislado de la calle Alcazabilla mediante un panel cuya instalación fue negociada con los arqueólogos, mientras que la orchestra se llenará de arena y podrá ser así empleada por los intérpretes, además de la pasarela de madera por la que actualmente transcurren las visitas. La escena quedará presidida por una gran caracola ("Tenía que ser así, algo muy mediterráneo", apunta Hurtado) y, en la grada, el público podrá emplear únicamente las plazas que fueron restauradas durante los años 90, con capacidad para 475 espectadores. La sección que quedó sin rehabilitar se cubrirá con una superficie plástica sobre la que se proyectarán imágenes filmadas por el videocreador Víctor Meliveo ("Teníamos que poner algo para impedir que la gente se sentara", continúa el director. "El problema es que habrá demasiada distancia entre los actores y el público, que quedará muy arriba, aunque confío en que esto no afecte a la función"). Otras imágenes de Meliveo se proyectarán también en la escena, una amalgama de la que Hurtado da cuenta así: "Trabajamos en una línea muy física y plástica, con danza y proyecciones como elementos propios de la escena, no añadidos. Hay una intención importante en la cohesión de lenguajes".

En cuanto a la estructura de la obra, ésta evita "la alternancia clásica de cantos y recitativos, así que las partes cantadas y habladas están muy fundidas. Buscábamos un sentido muy original, a tenor del carácter lírico del teatro clásico". Igualmente, "incluimos a personajes que no estaban en el original de Esquilo, como Afrodita, que sustituye al corifeo, y Pandora; y el coro de las Oceánidas, que nos parecía blandito y reiterativo, lo hemos convertido en un coro de Erínias, que nos da más fortaleza trágica. La obra está secuenciada en diez partes, con una estructura casi cinematográfica y un ritmo muy dinámico".

Preguntado por la actualidad del mito, Hurtado tampoco se escabulle: "Después de darle muchas vueltas a esto, la respuesta a la que llegamos es aterradora: las cadenas de Prometeo hoy son los mercados financieros, y el águila que le come los hígados es el poder político. El destino de Prometeo, como decía Malraux, es la política. Pero nosotros hemos tenido especial cuidado de no hacer un panfleto político. La tragedia requiere una rebeldía antropológica, y eso es lo que le damos. Karl Jaspers decía que la tragedia es una respuesta a los tiempos de crisis. Más claro, agua". Y prosigue: "La obra de Esquilo es tosca, no contiene aún el elemento psicológico de Eurípides. Pero sí plantea un discurso muy actual contra el odio. Llega a decir: 'El odio es mal que la palabra cura".

Apostilla: todo lo que la física cuántica revela sobre el vacío y el caos alimenta a este Prometheus. Ya lo hacía, hace 2.500 años.

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