enrique bonet. escritor y dibujante

"Penón optó por guardar silencio, pero no fracasó"

  • El historietista presenta 'La araña del olvido', un relato de la búsqueda de la verdad en torno a la muerte de Lorca

Agustín Penón aterrizó en la Granada de 1955 marcada por el miedo y los silencios buscando la verdad sobre el asesinato de Federico García Lorca. La araña del olvido (Astiberri), del escritor y dibujante Enrique Bonet, está basada en la peripecia real de este hombre, "que durante una estancia de casi dos años en Granada, puso en quiebra su salud y su fortuna para intentar resolver un misterio sobre el que, a pesar de sus grandes hallazgos, optó finalmente por no publicar una sola palabra", asegura el autor que ayer presentó el cómic en La Madraza.

-Juan de Loxa subrayó en la presentación de Madrid que su novela gráfica es un documento tan válido como cualquier estudio. Con este rigor, ¿qué lleva a un millonario a embarcarse en la búsqueda de un poeta y adentrarse en territorio comanche?

-No me parece exacto decir que Penón era un millonario. Era un escritor que, en un momento puntual, tuvo mucho éxito con un serial radiofónico y ganó una buena suma de dinero con ello. Parte de ese dinero quiso invertirlo, junto a su amigo William Layton, en viajar por Europa. Él quiso que su primer destino fuera Granada, la ciudad de su poeta favorito, Federico García Lorca. Aunque llegó como un turista más, conforme empezó a indagar mínimamente en los motivos de su muerte, comprendió que existían muchas zonas de sombra a las que él quería dar respuesta. Creo sinceramente que fue ese misterio, y ese afán de acercarse lo más posible a la verdad, lo que le atrapó en Granada durante casi dos años y lo que le decidió a invertir su salud y su fortuna en ese empeño. Y por supuesto, con el objetivo de dar forma a un libro que, en su momento, podía haber sido pionero en el mundo.

-¿Cómo ha dibujado la Granada de los cincuenta?

-He intentado reflejar el aire de las viejas fotografías que he encontrado de esos años, una Granada de grises, con un poso de melancolía y tristeza, pero al mismo tiempo llena de lugares fascinantes. El lector atento podrá encontrar algunos edificios ya desaparecidos, como la vieja plaza de toros del Triunfo, el antiguo edificio de Correos, el barrio de San Lázaro, el teatro Cervantes y otros lugares cuya fisonomía apenas ha cambiado. La recreación de la ciudad de aquellos años fue desde el principio uno de mis mayores retos, y a la vez, uno de los principales motivos por los que me apetecía mucho dibujar esta historia.

-Para los aficionados al cómic, la España de la dictadura es la que dibujó Carlos Giménez en 'Paracuellos'. ¿Esta estética le influenció a la hora de ponerse a trabajar en este proyecto?

-Carlos Giménez fue fundamental en mis primeros años como lector y como autor de historieta; en mi caso, más que su influencia estética, su obra ha sido siempre un referente narrativo, una escuela de aprendizaje de los recursos del lenguaje del cómic. Y en este caso particular, más que Paracuellos, he tenido muy presente la España que él reflejaba en Barrio, uno de sus mejores tebeos. Eso sí, diría que para ambientar La araña del olvido he intentado empaparme, más que con otros tebeos, con películas españolas de esos años y con muchas imágenes de los grandes fotógrafos de la época, como Catalá Roca o Ramón Masats.

-Juan Mata señala en el prólogo que el lector puede percibir "los latidos, las costumbres, los lugares y los sonidos de una época, puede conocer las bravuconerías de unos y las desconfianzas de otros, los recuerdos y las omisiones, las mentiras más mostrencas y las lealtades más incorruptibles". ¿Cuáles son las grandes mentiras a las que se enfrentó y a qué lealtades se refiere?

-Penón se entrevistó con muchísima gente, y encontró muchas contradicciones y versiones distintas de un mismo hecho. Por ejemplo, entre las declaraciones de los hermanos Rosales encontró varios detalles que no coincidían. Ramón Ruiz Alonso, el hombre que detuvo a Lorca y al que Penón consiguió entrevistar por primera vez, cuenta una versión de los hechos claramente falsa e incompleta, a pesar de jurar con vehemencia que, como buen católico, él no mentía. Y en lo referente a la localización de la fosa donde fue enterrado el poeta, Penón fue llevado a diversos lugares, amén de oír versiones y rumores de todo tipo. Mucha gente intentó contarle "su" mentira para intentar justificarse, otros hablaban movidos por el interés económico, otros por ganar algo de protagonismo. Pero también encontró grandes amigos que creyeron en su trabajo y le ayudaron sinceramente, como Gerardo Ruiz Carrillo, un jornalero de Víznar, o Emilia Llanos, la gran amiga de García Lorca que se convirtió en la mejor aliada de Penón, y con la que mantuvo una fuerte amistad después de irse de Granada.

-El final de la historia es bien conocido, sin embargo, ¿es la historia de un fracaso?

-No me gusta pensar en Penón como un fracasado. Pienso que su renuncia tiene más que ver con un exceso de honestidad, con el peso abrumador de ser consciente de que, a pesar de todo lo que había descubierto, era mucho lo que aún no era capaz de explicar. En alguna ocasión dijo que no escribiría nada de lo que no estuviera seguro. En el caso del asesinato de Lorca, como en tantos otros crímenes atroces ocurridos en aquellos días, hay muchas cosas de las que nadie está seguro, empezando por el lugar donde fue enterrado. Ante sus dudas, sus incertidumbres, y su temor a dañar a las personas que le ayudaron, Penón optó por guardar silencio. Pero no fracasó, dejó una profunda huella en las personas que lo quisieron; y sus grandes amigos William Layton y Marta Osorio se encargaron de que su legado no cayera para siempre en el olvido.

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