Cultura

Pepe Bornoy abre el curso en la Sala de Cajamar con sus 'Cristalografías'

  • El artista y académico inauguró ayer su primera exposición en Málaga en seis años con un proyecto que abre nuevos cauces a su sello digital a través de 22 piezas creadas a lo largo de la última década

La última exposición de Pepe Bornoy (Málaga, 1942) en su ciudad se celebró en el Vicerrectorado de la Universidad en 2006, lo que confiere a la muestra que se inauguró ayer en la Sala de Conferencias y Exposiciones de Cajamar (Alameda Principal, 19), titulada Cristalografías, un valor especial dado el largo tiempo transcurrido desde entonces. "Es la primera vez que ocurre esto", explicó ayer el propio artista, poeta e impresor, "pero la explicación se encuentra en mi dedicación a tiempo completo a la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, ya que me encargo de realizar su Anuario". Precisamente, la institución, de la que Bornoy es vicepresidente, aprovechó ayer la inauguración para celebrar la apertura de su curso académico.

Aunque la mayor parte de las obras reunidas en Cristalografías han sido creadas en los últimos seis años, algunos trabajos corresponden a plazos que se amplían hasta una década. "Aunque no haya expuesto no he dejado de trabajar. El proyecto de Cristalografías consta en realidad de 150 obras, de las que solamente se exponen 22, distribuidas por colores y temas. Algunas son muy recientes y apenas tienen seis meses. Pero no le doy importancia a esto. Nunca me ha dado por fechar mis obras", apuntó el artista al respecto.

Cristalografías supone no sólo una nueva reivindicación por parte de Bornoy del arte digital, disciplina a la que decidió consagrarse hace casi veinte años; también añade nuevos registros y cauces expresivos a todo lo inventado hasta ahora por este auténtico pionero en el uso del soporte. "En 1973 publiqué mi libro de poemas 004 y medio IBM y compañía y en él ya advertía de la transformación que las computadoras ejercerían en el arte. En realidad, siempre he trabajado con ordenadores. Eso me ha obligado a estar siempre atento a la tecnología, a adaptarme y reinventarme. Lo que más me gusta del arte digital es la inmediatez. Soy una persona impetuosa", señaló Bornoy, quien lamenta que las galerías y salas malagueñas no cuenten con los soportes adecuados para la exhibición de sus obras: "Una exposición como Cristalografías debería haberse instalado con monitores de plasma, pero en lugar de eso tengo que imprimir yo unas obras que no fueron realizadas para ser impresas. Como las galerías no pueden costear las pantallas, soy yo el que termina pagando. Pero así es este mundo. El arte digital no se puede vender y por eso sólo lo hacemos diez locos en todo el planeta. Lo que la gente quiere es comprar un cuadro para colgarlo en el salón".

Esta incapacidad de adaptación también se llevó por delante el proyecto de la creación de un museo de arte digital en la casa-taller de Pepe Bornoy, en pleno centro histórico: "Hubo un informe positivo de la Academia de San Telmo y el Ayuntamiento mostró cierto interés a cuenta de la candidatura a la Capitalidad de 2016, pero cuando aquello pasó se desentendió. Tanto el alcalde como los posibles patrocinadores desconfiaban de un posible museo cuyos fondos pudieran guardarse en un pendrive. Es una pena: habría sido el primer museo del mundo en su género, abierto, participativo y barato".

Y remató el artista, recién instalada la exposición en Cajamar: "Si hay algo que no soporto son los jóvenes viejos. Hace 35 años yo ya hacía exposiciones con cuadros en blanco, y performances de todo tipo. En 1971 llené de muebles y caballetes la playa del Peñón del Cuervo y luego lo tiré todo al mar". La libertad cabe en un click.

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