Rockberto pide la reválida con un nuevo espectáculo teatral

Sergio Rubio dirige en el Teatro Cánovas una propuesta que aúna títeres y música en directo

El nuevo Rockberto, con un compadre, en la Plaza de la Merced.
El nuevo Rockberto, con un compadre, en la Plaza de la Merced.

Pocas veces parece tan oportuno cantar aquello de "No estaba muerto, estaba de parranda". Roberto González Rockberto subió a los cielos un día de junio de 2011, pero su versión en gomaespuma, por más que en Tabletom le hayan buscado ya hasta dos sustitutos, sigue dispuesto a dar guerra. Ángel Calvente, de El Espejo Negro, creó la marioneta para un espectáculo de la compañía Mandrágora Teatro titulado Sangre de Lobo cuando el original en carne y hueso afrontaba su última cuesta abajo; y ahora, el director y dramaturgo Sergio Rubio ha decidido concederle al invento la reválida con un nuevo espectáculo (Rockberto, subtitulado El penúltimo concierto) que podrá verse en la Sala B del Teatro Cánovas todos los jueves y viernes a las 20:00 desde hoy y hasta el 18 de diciembre. Las entradas para las cuatro primeras representaciones ya están agotadas, lo que demuestra hasta qué punto el tirón del recordado Rockberto sigue álgido.

Explicó ayer Rubio en la presentación que el montaje "no es un biopic, sino una propuesta armada a partir de lo que sugiere la música de Roberto. Y también es una reflexión sobre Málaga, en el sentido de que lanzamos al público una pregunta: ¿Merece la pena hacer arte en Málaga?". Para ello, el autor y director se ha aliado con el manipulador Alejandro Sierra Bola, que precisamente compartió amistad con Roberto González en sus últimos años y que imprime a la marioneta de Calvente la voz, el alma y la libertad que el personaje requiere. También participan en el proyecto Gonzalo Cano, Jorge Burgueño, Agustín Sánchez, Javier Viana y David Mena, hasta hacer de Rockberto todo un espectáculo con música en directo en formato acústico, humor, poesía "y todo lo necesario para representar lo que pudieron ser las últimas ensoñaciones de Rockberto, siempre con un ánimo anárquico y underground", remató Rubio, que trabajó anteriormente con Javier Ojeda en el espectáculo Barrio de la Paz y que ayer, por cortesía, evitó decantarse ni por el ángel ni por el demonio.

Para Alejandro Sierra, "hacer de Rockberto entrañaba mucha responsabilidad al principio. Llegaba a imponerme. No hacía más que preguntarme qué pensaría él. Hasta que caí en la cuenta de que a él, como casi con todo, le daría igual. Así que dejé de preocuparme". El equipo se ha puesto en contacto con los otros dos fundadores de Tabletom en activo, los hermanos José y Pedro Ramírez, "a quienes les contamos nuestra idea y a quienes esperamos ver por aquí en alguna función". Mientras, la Málaga del genio, la espontánea, la menos sometida al crédito y a las costumbres, aquella con la que nadie contaba, se hace títere para entonar sus canciones. Y tal vez esté bien que así sea.

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