"Una caja de edición limitada con nada menos que ocho EP de siete pulgadas, la colección completa de todos los que publicaron Los Salvajes desde 1964 a 1967. Todos ellos con la reproducción de las portadas originales y dentro de una caja dura", así describe Munster la lujosa y cara -casi 60 euros- recuperación de la banda que tomó el testigo de los Rolling Stones en la España en blanco y negro de los 60. Bueno, escuchar maravillas freak como Al Capone hace dudar de la grisura de aquellos días. EMI fue la casa de discos de estos provocadores, y hoy es imposible imaginar que los padrinos de Amaral y Bunbury se atrevieran a publicar a un grupo tan contemporáneo y agresivo como el quinteto catalán.

"Nosotros no tomábamos drogas, sólo cubatas y chavalas". Esta frase del vocalista define el espíritu de una banda que desde 1962 hasta 1970 demostró que el rock era posible bajo la atenta mirada de la censura franquista. Los barceloneses se convirtieron en la opción peligrosa del beat nacional, casi explícitos en lo sexual -Paff bum deja poco a la imaginación, como Ya te tengo y Corre, corre- y hábiles para colar crítica social -presten atención a su versión de Paint it black, su genial Todo negro-. Sus guitarras fueron las más sucias y distorsionadas que sonaron en los picús de la época, con bajos seductores y mucho ritmo. Y actitud, toda: Soy así es un manifiesto, un himno generacional que les define a ellos y a quien quisiera sumarse a su revolución.

Munster salva del olvido uno de los mejores repertorios grabados en los mejores tiempos de nuestro pop -Rama Lama también lo tiene publicado, pero en una edición mucho más modesta-. Muchas versiones hay aquí, mucho garaje, algo de psicodelia pionera -la justa- y el retrato de un conjunto que hizo honor a su nombre: grandes como Brincos, pero mucho más machos. Así es.