Cultura

Rosa María Calaf echa en falta un reporterismo "que no pase por caja"

  • La veterana periodista clausuró ayer en el Centro Cultural Provincial junto al joven Mikel Ayestarán el ciclo de cinco conferencias sobre los maestros del género

Son dos maestros del género, separados por la edad y unidos por el empeño en rehacer un reporterismo riguroso y humano. Una es veterana en la materia, hoy jubilada, pero con 38 años de experiencia como periodista internacional. El otro es un joven profesional que viaja como mínimo tres veces al año a cuatro países en conflicto con cámara de fotos y vídeo en su equipaje. Ambos han elegido la fórmula del enviado especial o corresponsal para acercar realidades. Rosa María Calaf y Mikel Ayestarán clausuraron ayer en el Centro Cultural Provincial las jornadas de periodismo que organizan la Diputación y la Cátedra Manuel Alcántara de Periodismo y Literatura.

"Reivindico el reporterismo de rigor, de compromiso, de estar en los lugares donde suceden las cosas, dejando hablar a los protagonistas", propone Calaf, contraria a la tendencia de las empresas "de hacerlo todo por teléfono o internet con tal de ahorrar". Su último trabajo la llevó a Asia y antes a Moscú, Viena, Buenos Aires, Nueva York, Canadá y Roma.

La forma de transmitir la información más alejada ha cambiado con los tiempos, y Calaf con ellos. Aún así lanza una advertencia: "está muy en peligro la calidad". En su opinión, la prioridad "de hacer caja" por encima de "la función social" de la profesión atañe a toda la sociedad. "Que haya una prensa independiente y fuerte nos beneficia a los periodistas y a los ciudadanos. Si no queremos ser manipulados, tenemos que saber lo que pasa", explica. Cuando ella comenzó "se hacían las cosas con mucha más clama, más análisis y, sobre todo, estaba claro que el objetivo era vender periódicos y tener audiencia pero no en base al impacto sino a la calidad", expresa Calaf. "Funcionamos sólo con titulares y sin especialistas. Ahora, el mismo reportero está haciendo la nieve de Sierra Nevada y luego un conflicto complicadísimo. Todo eso va en contra de la credibilidad", sostiene.

De cara al futuro del género, Calaf considera que se atraviesa un momento de transición. "Hay una incertidumbre lógica. Está claro que se tiene que modificar la forma y sobre todo el soporte. Pero eso no importa mientras no se modifique la esencia del periodismo", añade.

Mikel Ayestarán comparte con su homóloga la necesidad de recuperar para la ciudadanía "las historias humanas" y, sobre todo, el seguimiento "del post conflicto". Convencido del acierto de su decisión, dejó hace cuatro años la redacción de un periódico local en el País Vasco por trabajar como freelance sobre el frágil suelo de Afganistán, Irak, Pakistán e Irán.

"Me parece más interesante lo que pasa después del conflicto, aunque cueste convencer a las redacciones de que te dejen informar más allá del momento", confiesa Ayestarán. En su agenda de 2010 destaca un nuevo reto: las elecciones en Irak. Y de lo vivido se queda con las elecciones de Irán. "Las cubrí a través de los ojos de tres caricaturistas del país y, a las 24 horas de publicarse cerraron los medios para los que trabajaban y algunos se han tenido ir del país", lamenta .

A pesar de ello, Ayestarán mantiene viva su vocación. "Me parece increíble que encima me paguen por hacer esto. Soy feliz".

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