Cultura

Sbaraglia, con la interpretación en elalma

  • El actor argentino recibió ayer el Premio Málaga, un reconocimiento a una trayectoria "en la que aprendes a construir para mostrarte"

Leonardo Sbaraglia poco antes del encuentro con el público.

Leonardo Sbaraglia poco antes del encuentro con el público. / marilú báez

"Me puedo sentir orgulloso de romperme el alma trabajando", dijo ayer Leonardo Sbaraglia. Y es que este actor argentino (Buenos Aires, 1970) no ha dejado ni un momento de entregarse a la interpretación desde que la descubrió siendo un adolescente. Caballos salvajes, Plata quemada, Intacto, Salvador, Al final del túnel, Relatos salvajes... son algunos de los muchos títulos que atesora desde que debutó en el cine con 16 años. El Festival de Cine le otorgó ayer el Premio Málaga por una prolífica carrera a caballo entre Argentina y España.

"Mis padres y mis abuelos siempre me estimularon, mi abuelo me enseñó a cantar tangos y mi hermano Pablo es un músico brillante", comentó en el encuentro que el certamen convocó con el actor y que presentó el propio director del festival, Juan Antonio Vigar. Pero fue tras la separación de sus padres cuando empezó a estudiar teatro. "Para mí la actuación surgió en un momento que me hizo encontrar mi lugar en el mundo, en el teatro me sentí más cómodo que nunca, fue como hallar la dimensión que necesitaba, algo que aún sigo sintiendo", dijo Sbaraglia, que ayer además de recibir la Biznaga presentó la película Nieve Negra.

Leonardo Sbaraglia vino a España en el año 2000 precedido por su éxito en Caballos salvajes, lo que provocó que "me empezaran a ofrecer mucho trabajo aquí". "No me animaba a dar el paso, me costó mucho intentar hablar en español, pero me rompí el alma y unas cosas salieron mejor que otras, fue una aventura profesional y humana muy interesante", comentó el actor que ahora vuelve a trabajar en España en la serie Félix a las órdenes de Cesc Gay.

"Lo que te saca de tu zona de comodidad siempre te va a aportar cosas buenas, pero eso no puede ocurrir si no estás entregado", dijo el actor que reconoció que fue hace cuatro o cinco años cuando tuvo la madurez suficiente "para entender que se pueden utilizar todos esos personajes para descubrir algo de uno mismo". "Es lindo dejarse ver a través de los personajes, dejarse transformar, destruir en el buen sentido para que aparezca otra cosa", agregó.

Al intérprete le han ofrecido papeles "que te ponen en un lugar distinto, donde ni siquiera te imaginabas que existía, y ahí es donde está el verdadero crecimiento personal". Humilde y cercano en el encuentro con el público, Sbaraglia afirmó que "lo que puede quedar de huella de tu trabajo es tu propia humanidad" y señaló que "uno quiere construir tanto que se tapa, para no mostrarse, pero la madurez te cambia y te hace que construyas precisamente para lo contrario, para que te dejes ver".

Aunque confesó seguir siendo "inseguro", a estas alturas de su carrera "el miedo no se pierde pero se puede asumir, te animas a tener miedo". Enfrentarse a nuevos retos es algo que no deja de hacer cada día este actor cuyo método sería precisamente el no método -"trato de entregarme al personaje y al director", aseguró- asumiendo la imperfección pero siendo valiente para poner en juego todo lo que lleva dentro. Si ayer hizo sumergirse al espectador en una intriga familiar dirigida por Martín Hodara hoy vuelve a la gran pantalla del festival con la película de Adrián Caetano El otro hermano. Dos personajes pero el mismo Sbaraglia que no ha perdido la ambición de aprender, observar y ser curioso. Porque, como aseguró, "la vida es tan vasta y es el actor el que se tiene que acercar a todo ello".

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