Javier Ruibal (El Puerto de Santa María, 1955) celebró recientemente sus 35 años de oficio en la música con diversas actividades en la provincia de Cádiz (conciertos, talleres y exposiciones, entre otras). Pero la vida sigue y Ruibal regresa hoy a Málaga, donde su público no le es menos fiel. Lo hará a las 22:00 en La Cochera Cabaret de la Avenida de los Guindos, espacio convertido por derecho en templo para la canción de autor y la música más apegada al verso.

-Con 35 años ya en esto, ¿pensó alguna vez cumplir tantos?

-Para nada. Cuando empecé no pensaba más allá de la siguiente canción que compondría.

-¿Se nace con la sensibilidad y la creatividad musical o es posible educarla?

-Creo que la educación hace muchísimo. Sin embargo, no voy a negar que se puede nacer con esas cualidades de sensibilidad y creatividad. Aunque si te van orientando con la educación, estas se pueden convertir en algo asombroso. Nadie nace de la nada, es casi imposible. Lo importante es dosificar ambas mitades, la parte innata y la otra que ayuda a desarrollarla.

-Sus conciertos no dejan de ser reclamados y para hoy se espera una buena entrada en La Cochera Cabaret, ¿cómo se vive esta acogida del público?

-Yo siempre vivo la acogida del público como un privilegio que me ha aportado el destino. Creo que al margen de que uno haga todo lo posible por merecer la atención de los demás, siempre es un regalo recibir ese cariño. Es algo que voy a agradecer siempre, porque sin nadie al otro lado de la canción es imposible sostener una carrera musical.

-¿Qué considera más difícil, componer la poesía o ponerle música?

-Ambas cosas son como escalar el Everest, en el sentido de que nunca tienes la certeza de que lo estás haciendo bien. A pesar de que a lo largo de los años tienes menos dudas, siempre piensas que lo podrías hacer mejor. Aunque creo que lo realmente importante es innovar en cada canción y no repetir estilos ni historias. Además, también soy partidario de tener siempre presente a los grandes del gremio, intentar mantener la calidad, e incluso superarla si es posible. En definitiva, es un poco reinventarse y darle al arte el privilegio que te da.

-¿De dónde y cuándo nació su pasión por la música?

-Pues de niño, oyendo a los grandes. Por ejemplo, los Beatles, que dejaron una gran huella de la que todos parten en la música a día de hoy. A nivel nacional, admiraba mucho a maestros como Camarón de la Isla, Paco de Lucía o Serrat.

-¿Qué significa para usted la música?

-Muchas cosas. Es mi centro, lo que me hace sentir obsesión y excitación por la vida, es mi fuente de la amistad, ya que me trae el abrazo de muchísima gente. Es la bolsa que paga mis cuentas, un medio de transporte que me enseña el mundo. Muchas cosas, y todas muy buenas para mí.

-Su melodía tiene un aire muy arabesco. ¿A qué se debe?

-De niño sintonizábamos mucho emisoras del norte de África, es fácil hacerlo desde Cádiz o Málaga, y esa melodía me hipnotizó. Además, también es como una especie de homenaje a nuestras raíces, ya que no podemos olvidar que Andalucía era antiguamente un califato y que nos ha aportado mucho en el ámbito cultural. Pero también recojo influencias flamencas, incluso modernas, en mis melodías. Personalmente, me gusta la música ecléctica, con muchos componentes, y jugar con todos ellos, aún a riesgo de que no guste. Prefiero huir de la repetición de los mismos estilos musicales.

-¿Qué es lo que más agradece de todos estos años?

-Fundamentalmente, la amistad y esa tranquilidad de cumplir mis sueños y vivir mi vida administrándola a mi antojo. Ya digo que la música me ofrece la oportunidad de conocer mucha gente y conocer mundo. No tengo palabras de agradecimiento para este sueño que tuve y que se ha convertido en mi realidad.