Un Siglo de Oro vivo

Crítica de Teatro

Pablo Bujalance

06 de julio 2017 - 02:07

La ficha

'Donde hay agravios no hay celos' Ciclo de Clásicos en Verano. Patio del Colegio Prácticas nº 1. Fecha: 4 de julio. Compañía: Pata Teatro. Texto: Francisco de Rojas Zorilla. Dirección: Josemi Rodríguez. Versión: Macarena Pérez Bravo y Josemi Rodríguez. Reparto: Carlos Cuadros, Rocío Rubio, Andrés Suárez, Macarena Pérez Bravo, Josemi Rodríguez. Aforo: Casi lleno.

Con nueva sede en el viejo patio del Colegio Prácticas nº1 (con un aforo algo más reducido y menos campo de acción de lo que permitía el Instituto Vicente Espinel, pero igual encanto) y un regreso al repertorio por derecho del Siglo de Oro con Donde hay agravios no hay celos de Rojas Zorrilla después de La Celestina y Mucho ruido y pocas nueces, Pata Teatro propone, de paso, un viaje a los orígenes de su ciclo veraniego de clásicos seis ediciones después. Y lo hace con Donde hay agravios no hay celos de Rojas Zorrilla, una comedia de directrices calderonianas que pasó a un inmerecido segundo plano tras las purgas del clasicismo ilustrado. Con sus juegos de confusiones, cambios de identidad y líos varios entre clases sociales y amores más o menos correspondidos, la obra es altamente representativa de cuanto dio de sí el Siglo de Oro en virtud de la semilla que había prodigado Terencio; pero lo mejor aquí, de nuevo, es el modo en que Pata Teatro se mantiene fiel a esta tradición, contando mucho con muy poco, con lo que uno tiene la impresión de asistir a un teatro recuperado, una forma de trabajar la escena que parece cosa de otro tiempo y que sin embargo conecta a la perfección con el espectador contemporáneo, tal y como el público certifica con sus aplausos.

Con un reparto también venido a menos en cuanto a efectivos, pero sobresaliente en todos los órdenes, el montaje se sostiene en la eficaz dirección de Josemi Rodríguez, empeñado con éxito en contar la historia poniéndose del lado del público, siempre con ánimo clarificador, y acertado a la hora de asentar el plano gestual en igual trascendencia respecto al textual. En una escenografía desnuda, bien iluminada y bendecida por la evocación del patio, los personajes se tornan aliados (delicioso el vestuario de Elisa Postigo) y uno tiene otra vez la sensación de estar allí. Una maravilla.

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