Cultura

Solo no puedo, con amigos sí

  • La Consejería de Cultura admite que estudia fórmulas para integrar la participación privada y llevar así a buen término proyectos que la Junta mantiene en Málaga, como el Parque de los Cuentos y el Auditorio

El consejero de Cultura, Paulino Plata, pasó ayer por el Palacio Episcopal de Málaga para visitar la exposición del Efebo de Antequera (que ha recibido ya los cumplidos de más de 14.000 personas desde que se inaugurara el pasado agosto y que podrá verse hasta el 30 de octubre) y anunciar la siguiente muestra que acogerá la misma sede, Génesis de una exposición, una selección de piezas artísticas y arqueológicas del Museo de Málaga que podrá verse desde mediados de noviembre hasta febrero de 2011. Dado que, sin embargo, el contenido de esta última propuesta se dará a conocer el próximo viernes, el verdadero interés informativo del encuentro que mantuvo ayer Plata con los medios se centró en cierta novedad que el consejero apuntó sobre dos proyectos que la Junta de Andalucía impulsa en Málaga, el Parque de los Cuentos y el Auditorio: la posibilidad de incorporar la participación privada para llevarlos a buen término en una época económicamente difícil.

En realidad, la intención de contar con capital privado por parte de la Junta no constituye una novedad estricta en ninguno de los dos casos. De hecho, el Parque de los Cuentos es desde su inicio un proyecto de naturaleza mixta que exige por ley un estudio de viabilidad para integrar la participación privada con las mejores garantías; la singularidad, no obstante, consiste en que ayer Plata reconoció que el primer estudio ya se había quedado "desfasado" y que actualmente la Junta trabaja "en su actualización, porque el momento económico ya no es el mismo". Pero hay una segunda coyuntura que obliga a acelerar los trámites: el Convento de la Trinidad, que acogerá el Parque de los Cuentos, se encuentra en un estado muy delicado de conservación y la Junta necesita inversores con urgencia para intervenir en su restauración. En este sentido, Plata hizo otro anuncio escasamente tranquilizador al apuntar que la Consejería va a intentar llevar a cabo "de manera anticipada alguna actuación de conservación del inmueble" para dar alas a un proyecto que, admitió, "no termina de arrancar". Que el consejero no garantizara la recuperación definitiva y completa del edificio, sí o sí, no resulta a estas alturas precisamente un buen augurio.

El proyecto del Auditorio cuenta con un consorcio formado por el Ayuntamiento y los Ministerios de Cultura y Fomento además de la propia Junta de Andalucía. Aunque desde un principio se abrió la puerta a la participación privada, fue ayer cuando Plata confirmó que el mismo consorcio trabaja para un estudio de viabilidad en este sentido "que hasta ahora no había sido contemplado". En este caso, por tanto, la novedad es más estricta, aunque una duda razonable queda en el aire: Plata reconoció que, en el caso del Auditorio, la llegada de capital privado obligaría a "reorientar el modo de ejecutar el proyecto", lo que a su vez supondría un nuevo motivo de retraso para una iniciativa que ya acumula demasiados (la integración del aparcamiento y la discusión administrativa sobre la reforma del entorno llevaron el asunto a un pozo ciego del que tardó demasiado tiempo en salir; parece que, finalmente, a finales de año estará listo el proyecto arquitectónico y se podrán licitar las obras). El consejero afirmó que el proceso no tiene que estancarse por el hecho de que entren manos privadas, pero sólo fue rotundo a medias: "Se trata de sacarlos adelante, y ésta es la manera más segura de lograrlo".

Plata se refirió también a esta coyuntura como una oportunidad para poner en marcha modelos de participación privada en proyectos públicos que funcionan tradicionalmente en otros países de Europa como Alemania, "no sólo en la gestión de iniciativas culturales sino en su desarrollo". Así, adjudicó a Andalucía en este sentido una cualidad "innovadora", aunque a renglón seguido precisó que "la necesidad obliga". El consejero tiene razón: en España, el sistema se mantiene fuertemente polarizado y los grandes equipamientos culturales se distribuyen entre los de titularidad privada (dependientes de entidades financieras en su mayor parte, como La Casa Encendida de Madrid y los CaixaFórum de Madrid y Barcelona, además del que se va a construir en Sevilla) y los de titularidad pública, pero los casos mixtos son raros. Hay ejemplos de proyectos públicos cuya gestión económica resulta ejemplar: el Palacio Euskalduna de Bilbao, inaugurado en 1999, cerró el ejercicio de 2008 con un superávit de 7'49 millones de euros sin haber recibido un solo euro de subvenciones públicas, con un impacto en el PIB 7'5 veces superior a la inversión realizada para su construcción y puesta en marcha. Con Unicaja atravesando serios problemas para instalar su gran centro cultural en Málaga, las opciones aquí se reducen notablemente. Y es que esta crisis ya dura demasiado.

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