Festival de Málaga | Punto de vista

Sonia Almarcha y Manolo Solo

Sonia Almarcha y Manolo Solo, en 'A la cara', de Javier Marco.

Sonia Almarcha y Manolo Solo, en 'A la cara', de Javier Marco. / M. H.

EL palmarés de la sección oficial de Cortometrajes del Festival de Málaga, que casi siempre queda solapado por el de largos, me deparó una alegría inmensa. Los actores Manolo Solo y Sonia Almarcha se llevaron la Biznaga grande por su rotundo trabajo en A la cara, de Javier Marco. Se trata de una obra redonda, que conserva la esencia de lo que debe ser este formato. Una idea potente bien desarrollada. En este caso, defendida por unos actores en estado de gracia.

Qué duda cabe que el premio de Málaga servirá mucho a Javier Marco para posicionar su obra de cara a las nominaciones de los premios Goya. Cuando en numerosas ocasiones he hablado con él mismo y con otros autores sobre cuáles son los favoritos del año, de la hornada, de la cosecha, comprobamos cómo en la actual, en una temporada tan atípica y desquiciada, las opciones no están nada claras.

Por otro lado, la heterodoxia de las propuestas es tan enorme, que cuesta establecer una escala entre la oferta existente. En la exigente selección que nos presentaron los cuatro programas de cortos del Festival de Málaga del último fin de semana vimos trabajos de altísima calidad. Pero lo complicado era decidir cuáles eran mejores que otros, los que tenían que irse con premio y los que no. De ahí que comprenda tan bien la decisión del jurado de reconocer por unanimidad las interpretaciones de Sonia Almarcha y Manuel Solo. Tan contundentes. Además, en un campo repleto de trabajos experimentales, que están muy bien, choca que triunfe todavía una historia clásica. Basada en la fuerza del cara a cara de sus actores, como reza el título. El tema gira en torno al inmenso daño que pueden hacer las redes sociales. Pero no quiero spoilear. Búsquenlo y disfrútenlo.

Por lo demás, la pasada edición del Festival de Málaga concluyó como se inició. Con mucho cariño. La última bocanada vino de manos del entrañable Víctor García León, que dejó su humor negro a un lado para traernos una historia cargada de ternura en Los europeos, la adaptación de su admirado Azcona. Ojalá nos reencontremos en junio. Sin mascarilla y con abrazos.

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