Tarde insulsa en La Maestranza; el arte sólo lo puso Morante
Ni el de la Puebla, ni Finito de Córdoba ni Salvador Cortés obtuvieron trofeos en Sevilla
El buen ambiente que dejó la corrida de la víspera ha vuelto a ser presagio de la decepción. La de hoy, otro desastre de toros, tuvo sólo un fogonazo de interés gracias al toreo precioso y diferente de Morante. Toreo sandunguero, de gracia y exquisitez, de arabescos y filigranas, seguido y celebrado con especial entusiasmo en el tendido, sin embargo, inacabado por culpa de la espada.
Mala suerte de Morante y mala suerte de la afición, toda la plaza, que se las prometía felices para celebrar el triunfo. Hubo hasta nueve agresiones con el estoque, y un descabello. Y dos avisos. Pero la ovación final fue de gala. ¡Qué bien toreó Morante!, es lo que queda para el recuerdo.
Puede parecer mentira pero esa circunstancia justifica el aburrimiento y la desesperación que inundó el resto de la tarde. Porque las otras cinco faenas, o mejor, trasteos, no tuvieron contenido alguno. Todo por culpa de los astados.
Con toros de Parladé, el primero como sobrero, aceptablemente presentados, mansos, parados y de nulo juego. Sólo el segundo se movió algo por el pitón derecho, pero también fue insuficiente. Juan Serrano Finito de Córdoba: cuatro pinchazos y dos descabellos (silencio tras aviso); y tres pinchazos y descabello (silencio tras aviso). Juan Antonio Morante Morante de la Puebla: cuatro pinchazos, metisaca, tres pinchazos más, estocada trasera y descabello (gran ovación tras dos avisos); y estocada en el rincón (silencio). Salvador Cortés: estocada (ovación); y estocada (silencio). En las cuadrillas, dos bonitos pares de Antonio Jiménez en el segundo; también banderilleó con eficacia Paco Peña en el tercero.
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