Cultura

Teatro en Málaga: una

  • Compañías, salas, espacios alternativos, festivales y programas: el asunto dramático vive una profunda época de cambio con apuntes esperanzadores y cuentas pendientes

En otoño de 2008, un grupo de actores y directores de varias compañías malagueñas se reunieron con la intención de crear un certamen alternativo y paralelo al Festival Internacional de Teatro de Málaga, cuya siguiente edición habría de comenzar en enero de 2009, con la intención de dar cabida a sus propuestas. Los creadores consideraban que el primer escaparate escénico de la ciudad ignoraba a quienes hacían teatro día a día en la misma y se propusieron dar una lección de autogestión para hacerse visibles. Bajo el nombre Fitoff, el proyecto aspiraba a llevar el teatro más cercano a la calle, salas cómplices y rincones insospechados mientras el Teatro Cervantes y el Teatro Alameda (que completó la programación del Festival de Teatro con el primero hasta que el Teatro Echegay se incorporó a la edición de 2010, pocos meses después de su reinauguración) abrían sus puertas a producciones nacionales e internacionales. Pero aquella idea no cuajó. Y con ello quedó demostrado que, aunque cada compañía pueda ocupar sus propios espacios al margen de las instituciones públicas, éstas siguen siendo aliadas inestimables cuando se trata de poner en marcha una iniciativa conjunta.

La presentación hace tres años del ciclo A Telón Cerrado dentro del Festival de Teatro aprovechó, bajo la dirección de José Antonio Triguero y Maite Serrano, la recuperación del Teatro Echegaray para la introducción de la escena local en el certamen. Desde entonces, lo que nació como un ciclo de lecturas dramatizadas de autores malagueños ha crecido hasta producir funciones propias y experiencias pioneras como la de Hotel, que se ha celebrado este mismo fin de semana en tres suites del Málaga Palacio con tres piezas de microteatro. Además, la edición del festival que se celebra actualmente, y que se prolongará hasta el 10 de febrero, ha contado como novedad especial el Off Festival, con casi 70 funciones de compañías malagueñas programas en las salas independientes de la ciudad, en su mayor parte de reciente apertura (Cochera Cabaret en los Guindos, Alameda Up en el Teatro Alameda, la Joaquín Eléjar del Colectivo Maynake en Ciudad Jardín y Chela Mar y Feel Hostel en el Soho), gracias al acuerdo alcanzado por el Ayuntamiento y todas estas salas. También se intentó llevar el espectáculo de improvisación La Pera del Olmo al parking de la calle Salitre, aunque finalmente éste no pudo acondicionarse y el montaje se trasladó al Echegaray. También la programación central del Festival de Teatro abre su programación a compañías malagueñas como El Espejo Negro (que estrenó ya La venganza de Don Mendo), Teatroz (que reestrena esta semana Casting) y Tenemos Gato (que también estrena esta semana Cuchara y Tenedor). De modo que el festival ha terminado respondiendo a la demanda de los artistas de la ciudad. Pero también esto se debe a que el panorama artístico, o al menos su percepción, ha cambiado, y mucho, en los últimos años.

En 2012, el mismo año en que El Espejo Negro ganó su segundo Max por El fantástico viaje de Jonásel espermatozoide, la compañía malagueña Bajotierra fue reconocida en la sala La Imperdible de Sevilla, verdadero observatorio de la vanguardia del teatro andaluz, con el premio al espectáculo más innovador del año, Seres queridos. Se trata de un apunte significativo que revela un movimiento importante en una ciudad que cuenta con una de las Escuelas de Arte Dramático más respetadas de toda España pero que, en cuanto a la creación propia, ha tardado demasiado tiempo en valorar su propio teatro y ha preferido esperar a que la estima llegara de fuera. El abanico de tendencias que revisten en el presente las compañías malagueñas, jóvenes y veteranas, es enorme. Del Teatro de la Decepción de Trasto Teatro a la comedia más brillante de Caramala pasando por la confluencia de lenguajes creativos de Bajotierra, la relectura de los clásicos de Induo Teatro, el juego escénico de Síndrome Dario, la proyección cada vez mayor fuera de Málaga de compañías como Pata Teatro y Tenemos Gato, el circo de Rolabola y Manolo Carambolas, la comedia elegante de Vil Teatro y otros muchos registros, los estilos pueden satisfacer a la más amplia variedad de públicos. Autores y directores como Sergio Rubio y Ery Nízar son ya garantía para los espectadores, con sellos inconfundibles y una reinvención constante que ponen al servicio de distintas compañías y proyectos. Compañías como Y Aquí Me Planto!, Silencio Danza (que ha desarrollado interesantes experiencias con Trasto Teatro) y el Joven Ballet de Málaga han hecho lo propio con la danza, que sin embargo reviste dificultades mucho mayores para hacerse un hueco en las programaciones.

No menos importante es la proliferación de espacios. Trasto Teatro y Bajotierra hicieron de las funciones en casas particulares su santo y seña, y junto a La Caldera fundaron el festival de teatro alternativo El Quirófano. A las salas citadas anteriormente se suman museos como el Picasso y el Municipal, además de otros rincones independientes como La Caverna de la calle Amores y el Espacio Anfibio de la calle Amargura. El Teatro Cánovas, que gestiona también la Sala Gades, ha convertido el patio de la iglesia de San Julián (sede del Museo de las Cofradías) en templo para el teatro clásico a través de compañías como Pata Teatro e Induo, con programas prolongados y con notable éxito. El Ayuntamiento repetirá este año su programa de funciones en azoteas, y el citado proyecto Hotel de A Telón Cerrado ha sentado un precedente interesante. Seguramente, nunca ha habido en Málaga una oferta tan amplia en cuanto a compañías y escenarios.

Se puede decir, entonces, que el teatro malagueño ha hecho caso a Albert Einstein y ha aprendido a resistir las crisis (la actual y la perpetua) a base de imaginación. Pero, si hubiera que señalar una cuenta pendiente, sería la de la programación. La apertura de puertas de festivales y teatros a compañías malagueñas ha coincidido con una merma notable en la llegada de producciones nacionales e internacionales de interés. No hace mucho tiempo que pudieron verse en Málaga obras de Peter Brook, Bob Wilson, Robert Lepage y Jan Lawers, pero son ya demasiados los montajes aplaudidos por la crítica y el público en España que no vienen a Málaga. La programación de espectáculos de primera línea es esencial para alimentar la escena local. Los maestros son, todavía, necesarios.

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