Exposición

El proyecto trascendente de Mariajosé Gallardo abre la programación del CAC en La Coracha

  • La muestra reúne más de setenta obras realizadas entre 2016 y 2019 y podrá verse hasta el 5 de enero

Tres obras de Mariajosé Gallardo reunidas en la primera muestra de CAC Coracha.

Tres obras de Mariajosé Gallardo reunidas en la primera muestra de CAC Coracha. / Javier Albiñana (Málaga)

El CAC Málaga inaugura sus espacios de la Coracha con la exposición de la artista Mariajosé Gallardo Muerte. Juicio. Infierno. Gloria, un trabajo que refleja un horror vacui que incita al espectador a reflexionar sobre el más allá. La muestra, comisariada por I-D-I Arts Projects, está compuesta por más de 70 obras realizadas entre 2016 y 2019, la mayoría de ellas se exponen por primera vez. La muestra reflexiona sobre las cuatro postrimerías, lo que espera después de la muerte. La muestra podrá verse hasta el 5 de enero.

Las pinturas de Mariajosé Gallardo se caracterizan por una iconografía conformada por un bestiario, bodegones, calaveras, plantas de iglesias, símbolos o letras góticas entre fondos oscuros. La artista realiza una pintura contemporánea, barroca y anacrónica. En palabras de la comisaria de la exposición, Gloria Lomas de I-D-I Arts Projects, "si tuviera que resumir esta exposición en una sola palabra, hablaría de poder. Poder entendido como un don que se otorga para transformar las cosas. Esta idea de poder la encontramos reflejada en la obra de Gallardo en toda su magnitud y con diversas connotaciones". El título de la exposición corresponde a las cuatro postrimerías según el Catecismo de la Iglesia Católica, que pertenecen a las últimas etapas del ser humano después de la vida. La exposición consiste en una selección de 77 obras más recientes realizados entre 2016 y 2019, incluso se pueden ver pinturas inéditas realizadas para esta muestra.

La exposición juega con símbolos y códigos de muy diversa procedencia. La exposición juega con símbolos y códigos de muy diversa procedencia.

La exposición juega con símbolos y códigos de muy diversa procedencia. / Javier Albiñana (Málaga)

La obra de Mariajosé Gallardo se adentra en la metapintura, pintura que habla de pintura sobre la misma pintura, propia de artistas como Tiziano, Rubens, Velázquez o Goya; de esta forma, la artista se remite a fuentes pasadas de manera directa o indirecta. El uso de fondos neutros o pobladas vegetación sobre un bosque se superponen elementos tales como animales, calaveras o símbolos, entre otros elementos que junto al pan de oro quedan patentes en su obra. El trabajo de Gallardo posee una composición de influencia barroca con multitud de elementos extraños y connotaciones diversas. Gran parte de la carga estética de su obra reside en el intercambio simbólico con el espectador dejando que sea él mismo quien cierre la historia de la propuesta.

Adscrita a la metapintura, la artista hace gala en su iconografía de una amplia influencia barroca

La artista que estudió, reside y trabaja en Sevilla se inspira en los pintores barrocos de la tradición andaluza. En sus obras quedan reflejados elementos como las vanitas de Valdés Leal, las veladuras de Tiziano, el barroquismo de La Roldana, las Inmaculadas de Murillo o las Santas de Zurbarán. En su personal lenguaje es evidente la influencia de este periodo de a historia del arte, que ella asegura interpretar desde la lejanía, aportando el imaginario de su generación y su interés por la historia y la historia de la pintura. En su iconografía hay múltiples alusiones a la religión católica, los cuentos infantiles, la tradición popular o incluso a los emoticonos propios de la cultura juvenil.

Gallardo refleja en sus pinturas sus preocupaciones abarcando temas como la muerte, la culpa, la salvación, lo divino o lo terrenal incitando al espectador a cuestionarse aspectos sobre la muerte. La artista ha desarrollado un vocabulario personal, incorporando diversas iconografías desde el coco (de las pesadillas infantiles) a las calaveras, las plantas de iglesia, el diablo o amuletos. Estas símbolos representan la convivencia del sincretismo, la atracción por lo esotérico y los recuerdos de la artista.

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