Cultura

Vida debajo de la carpa

  • El pasado jueves se alzó en el recinto ferial el Grand Chapiteau, que alberga el espectáculo 'Quidam' que estará en Málaga desde el 5 de junio al 13 de julio

Para que la aparición de John sobre el escenario marque el comienzo de Quidam, antes tienen que suceder muchas cosas dentro de las entrañas del Cirque du Soleil. Cuando el próximo 5 de junio se apaguen las luces en la carpa, ya estará todo listo, por supuesto, pero no es una tarea sencilla.

El pasado jueves, coincidiendo con el 24 aniversario de la creación de Cirque du Soleil, se levantó en Málaga el Grand Chapiteau, la inmensa carpa que acoge las representaciones de Quidam allá donde va. Unos cuantos datos dan idea de la complejidad de la operación: su capacidad es de 2.500 espectadores, su altura es de 25 metros y su diámetro de 50; para alzarla fue necesaria la colaboración de 40 técnicos del circo y otros 100 contratados para la operación. En su montaje total son necesarias más de 6.000 horas de trabajo y 55 camiones han llevado hasta el recinto ferial malagueño las 750 toneladas de equipo. Los 20.000 metros cuadrados de superficie que ocupa son casi una pequeña ciudad, y allí suceden muchas cosas.

Nadie duerme en su interior, e incluso sus mañanas son tranquilas -sólo los niños que acuden a su escuela, hijos de los artistas, tienen que esforzarse a esas horas-. Mientras unos operarios ponen orden y limpian, allí la limpieza es debida y exigente, los primeros artistas llegan a la segunda carpa, aquella en la que entrenan, descansan y que también alberga los vestuarios, sala de maquillaje y guardarropía.

Todos los días, a partir de las dos de la tarde, la actividad comienza. Aunque no hay dormitorios en el recinto -todo el mundo pasa las noches en hoteles- sí existe un comedor. Ésa es la primera parada. Luego hay que entrenar y repasar la actuación. En la zona de descanso, el vídeo de la representación de la noche anterior se repite una y otra vez en un monitor: todos se ven y observan qué hicieron. Mientras, alguien lee o juega al backgammon con un compañero. A lado, en la carpa principal, unos técnicos repasan el funcionamiento de los 250 focos que usan cada noche y de los famosos cinco railes aéreos, otra de las grandes estrellas de Quidam -ellos los llaman teleférico, y es el sistema más novedoso de los que usan-.

La costurera repasa los trajes y vestidos -así todos los días-, la maquilladora prepara las pelucas -tienen que estar perfectas y siempre iguales-, alguien hace pesas, y Mark Waid -John en la función- comienza su ritual de peinado: es la primera señal de que se acerca la hora del espectáculo.

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