Cultura

El adiós del samurái

  • El maestro japonés de la animación Hayao Miyazaki anunció su retirada en la Mostra de Venecia, donde presentó su última película, 'Kaze tachinu'

Hayao Miyazaki, cineasta, guionista, dibujante de manga y productor de dibujos animados animes japoneses, el más prestigioso del país y también muy respetado por la industria occidental, anunció ayer en la Mostra de Venecia que se retira del cine a los 72 años. Miyazaki, nacido en Tokio en 1941, dará una rueda de prensa en su ciudad natal para exponer sus razones, pero antes se ha anunciado en el Festival de Venecia donde ayer presentó su última película Kaze tachinu (The wind raises) y con el que mantiene una estrecha relación, especialmente desde que el certamen le premiara con su León de Oro a toda su carrera.

Pacifista de corazón y métodos, Miyazaki ha sido acusado de izquierdista tras el estreno de la película por no maquillar aspectos del pasado de Japón en la Segunda Guerra Mundial que las autoridades actuales preferirían olvidar, y que Miyazaki no esquiva al recrear la vida del ingeniero que diseñó el mítico avión Zero sen con el que se bombardeó Perl Harbour.

Miyazaki, fan de Bugs Bunny (el más famoso dibujo de Looney Tunes) y de la actriz Lauren Bacall, a la que convenció para poner la voz a la bruja del castillo en otra de sus obras de arte, El castillo ambulante (2004) que fue nominada al Oscar -lo consiguió unos años antes con El viaje de Chihiro (2001)-.

A sus 72 años, y con más de 40 de carrera, las obras de Miyazaki están en la memoria de varias generaciones: de sus comienzos con su amigo Isao Takahata, con quien todavía trabaja, son sus diseños para la televisión de Heidi y Marco.

Miyazaki debutó como director en la serie para televisión Conan, el niño del futuro (1978) y, en el cine, con su largometraje Lupin III: El castillo de Cagliostro. En 1982 empezó el cómic de corte épico Nausicaa del valle del viento, que llevó al cine en 1984 y le convirtió en una celebridad. Ese año, Miyazaki y Takahata pusieron en marcha su propia productora, Ghibli, con la que ya podían competir cara a cara con las más grandes producciones americanas, hasta el punto de que al maestro tokiota le llamaban "el Walt Disney japonés", cosa que a él le desagrada bastante.

Sus trabajos, tanto para niños, como con lectura para adultos, son unas veces mezcla de culturas y estilos artísticos diferentes; otras, irradian pura fantasía de la mitología japonesa en una visión atemporal, que no distingue presente, pasado y futuro.

En sus películas, muchas de ellas aderezadas con la música de Joe Hisaishi, siempre se encuentran referencias a la naturaleza y contra la contaminación y sus protagonistas, de grandes ojos negros y redondos, siempre son de ambos sexos, muchas veces con pasados mágicos o insólitos, y, a veces, vuelan.

Entregado al detalle y al cromatismo, la creatividad de Miyazaki ha sido reconocida en diversas ocasiones. Su Princesa Mononoke (1997) fue Premio de la Academia nipona de Cine a la mejor película, y El viaje de Chihiro (2002), calificada de poema visual, fue Oscar al mejor filme de animación y Oso de Oro en Berlín, aparte de recibir otra treintena de galardones internacionales.

En julio de 2008 estrenó en Japón Ponyo en el acantilado, una adaptación libre del cuento de Andersen La sirenita en el que narraba la relación de un niño de cinco años con una princesa pez que quiere convertirse en humano y en 2010 escribió y planificó Arrietty y el mundo de los diminutos, que dirigió la joven apuesta de Ghibli Hiromasa Yonebayashi, llamado probablemente a continuar la obra del maestro; de hecho, ya prepara una secuela de Porco Rosso, cuyo estreno está previsto para 2015 y que estará ambientada en la Guerra Civil Española.

Mayazaki, trabajador incansable, define su proceso creativo como "pensar, pensar y pensar" y defiende "hacer todo a mano, incluso cuando se utiliza el ordenador.

En cuanto a Kaza Tachinu, el filme conserva la inocencia en los dibujos que han hecho famoso el cine de Miyazaki, sus preciosas transiciones y las cuidadas imágenes oníricas en las que ofrece lo mejor de su imaginación. Una cinta que es la primera que los estudios Ghibli hacen basándose en una historia y personajes reales, según recordó ayer en Venecia el presidente de los Estudios Ghibli, Koji Hoshino, que resaltó que Miyazaki se inspiró en Horikoshi desde que era joven y tenía su historia "encerrada en su corazón" y quería contarla. Ahora ha llegado la ocasión, amodo, quién sabe, de testamento para la Historia.

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