Los afectos de Picasso enfrentan a sus dos últimas compañeras
'La seducción clásica' exhibe en la Casa Natal 46 grabados, libros ilustrados y cerámicas del artista · Reúne 66 años de producción artística que incluyen los aguafuertes para 'La metamorfosis' de Ovidio
Las musas en el artista y el clasicismo en sus pinceles. Ambas cualidades tuvieron en el genio malagueño una fructífera revelación. Ahora la Fundación Picasso. Casa Natal quiere recordar la evolución -nunca lineal- de un creador que se supo deudor de sus maestros y de sus mujeres. Picasso. La seducción clásica demuestra hasta el 7 de octubre cómo su protagonista rindió tributos a unos y otros en 66 años de producción y a través de 46 grabados, libros ilustrados y cerámicas.
"Desde Van Gogh, todos somos autodidactas, casi se podría decir pintores primitivos. Como la tradición se ha hundido en el academicismo, debemos recrear todo un lenguaje. Y cada pintor de nuestro tiempo está capacitado para recrear este lenguaje de la A a la Z". Las palabras que pronunciaría Picasso vienen a ilustrar el leiv motiv de esta exposición. Con un recorrido que comienza en 1905, "en sus inicios de su labor en el grabado" y finaliza en 1971, "casi al final de su vida artística", la exposición retrata la relevancia de la anatomía femenina y masculina en litografías y aguafuertes donde predomina la sensualidad, deseo e incluso la adoración del maestro a sus fuentes de inspiración. José María Luna, director de la pinacoteca, recordó ayer con estas palabras la idiosincracia de una muestra con cerca de medio centenar de piezas procedentes de la propia colección del centro, "entre las 4.000 obras existentes, 800 de ellas de Picasso y muchas pertenecientes a libros ilustrados", matizó Luna.
Para el comisario de la muestra, Mario Virgilio Montañez, el amplio espectro que abarca esta muestra permite comprobar cómo el clasicismo "es algo que en Picasso fue casi una constante. El tránsito de su época azul influenciado por su educación academicista, y cómo se va alejando de los iconos griegos y romanos, pero continúa deudor con formas puras y perfiles nítidos", detalló el comisario.
La exposición, que ha viajado previamente a Valladolid con cinco piezas más, se articula a través de nueve secciones. Bajo el signo de Apolo da nombre a la primera, para rendir pleitesía a la serenidad originaria de los modelos grecorromanos, base también de sus años de formación. Continúa con La metamorfosis de Ovidio, 30 aguafuertes de un libro encargo del editor Albert Skira, llenos de tensión y de un delicado erotismo de los que aquí se ofrece una elección. Le sigue la sección Nuda veritas , donde la desnudez comparece a través de formulaciones diversas, desde una jarra que homenajea veladamente a Ingres a la placidez de las mujeres que se reúnen en torno a un espejo. En La rebelión cubista, el visitante se encontrará con el esplendor geométrico del cubismo, en el que las formas se reinterpretan para la construcción de los desnudos, haciendo difícilmente reconocibles los temas clásicos. Por su parte, Ecos de Cranach recuerda a Lucas Cranach el Viejo, uno de los artistas predilectos de Picasso. Sus desnudos femeninos, de piel delicada y pálida representaban para el artista una versión seductora del Renacimiento, adaptado por la influencia directa de Cranach.
Atracción y deseo revelala sensualidad que dominó parte de la obra del malagueño, con grabados donde se ve una cópula de la pareja y formas que son a la vez insectos, vegetales y humanos, entre otras piezas. Harén y gineceo eleva a su máxima expresión la fantasía de dominio masculino, puesta de relieve en el siglo XIX, del que parte la educación de Picasso por la pintura orientalizante y clasicista.
La experiencia de la Guerra Civil vivida desde Francia y de la Segunda Guerra Mundial, padecida bajo la ocupación condujo a Picasso a una reivindicación del hedonismo, que ya no le abandonaría. La sección Vida desbordaba da buena muestra de ello. En la sala final Musas enfrenta en sus cuatro paredes a las dos últimas compañeras, y musas de Picasso: Françoise Gilot, y Jacqueline Roque. "Compañeras y rivales en los afectos del pintor", recordó Montañez.
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