Luis Mollá Ayuso. Capitán de navío de la Armada y escritor

"Tengo alma de pirata"

  • Este piloto naval y contador de historias marinas acaba de publicar 'En el nombre del mar', un libro de relatos entre lo real y lo fantástico

Nació en Tarifa, así que ya olió el mar siendo un niño. Capitán de la Armada, piloto naval, especialista en Comunicaciones y diplomado de Estado Mayor, es además un experto en investigar las historias que emergen del mar, especialmente de naufragios, para luego llevarlas al papel. Actualmente en la reserva y afincado en Jerez, ha publicado ocho libros, el último de ellos En el nombre del mar (Laertes), un compendio de relatos a caballo entre los real y lo fantástico. Ha obtenido premios como el Nostromo de narrativa marítima o el Almirante Oquendo de la Revista General de Marina. Sus obras pueden seguirse en su web, www.el-sextante-del-comandante.es. Aquí, una charla con sabor a sal.

-¿Por qué eligió el mar como parte de su vida?

-Creo que hay cierta inercia familiar. Mi padre era oficial de Marina y curiosamente era hijo de una larga estirpe de oficiales del Ejército de Tierra. Pero él, cuando vivía en Ceuta, visitó un barco, le gustó y se quedó en la Armada. Nosotros somos 12 hermanos, 11 varones, y yo soy el único que ha seguido la saga. Y la influencia en mí de mi padre no viene porque fuera marino, sino porque era un gran contador de historias.

-¿Sólo se las contaba a usted?

-O yo tenía más paciencia o me gustaban... Sentía cierta empatía, porque recuerdo que cuando vivíamos en Cartagena yo salía corriendo y atravesaba toda la ciudad para recogerlo del trabajo y escuchar las historias, y esto no lo hacían mis hermanos. Él murió joven, con 58 años, así que me quedé con el dolor de que no me viera como oficial de la Armada.

-Su madre ya tendría bastantes historias con 12 hijos...

-Sí [risas]. Era una época sin lavadoras, con cocinas de carbón... y en mi casa no había tatas. No había muchos recursos, ayudábamos todos. Bueno, una de mis novelas, Perdidos en la memoria, cuenta la historia del Castillo de Olite, de cuyo hundimiento se cumple ahora el 75 aniversario; mi padre desde el balcón de nuestra casa de Cartagena nos contaba que allí se había hundido un barco... A mí fascinaba, me preguntaba cómo podía haber un barco ahí con 1.500 personas dentro de las bodegas y estar en tierra todos tan campantes. Crecí fascinado por el mar, por los naufragios y sus historias.

-¿El mar le ha dado más buenas noticias que malas?

-Muchas más buenas. El mar me ha dado mucho, pero también me ha quitado porque cuando me fui una vez a navegar mi hija tenía 10 días, y al volver ella tenía 10 meses. El mar es muy vocacional. Al principio me encontré con la sorpresa de que me mareaba en los barcos. Además, cuando llegué a la Escuela Naval mataron a un hermano mío que era teniente de la Legión en la Marcha Verde, y se me vino el mundo a los pies. Cuando me estaba recuperando, falleció mi padre. Se me hizo todo cuesta arriba, aparte de la obligación de seguir el régimen militar, porque yo era un poco más liberal que eso. Pero cuando terminé la carrera y empecé a deambular por los barcos y me hice piloto, encontré mi vocación. Podría no haber ocurrido y haber sido un desgraciado. Habría sido como casarse con una mujer a la que no quieres.

-¿Y a qué se hubiera dedicado?

-Pues entonces me atraía la medicina, ahora el periodismo de investigación, y he hecho algunas cosas con [el periodista y escritor gaditano] Óscar Lobato. Con el paso de los años he descubierto mi vocación de contador de historias.

-¿De dónde surgen las historias de En el nombre del mar?

-Parten de una base real, porque se sabe cómo empezaron pero no cómo acabaron. Me entró la curiosidad de levantar la alfombra que es el mar y ver qué pasó. Y la única manera de hacerlo fue partir de lo real para luego fabular.

-Le pone el final a esas historias...

-Al primer relato del libro, La soledad del mando, por ejemplo, no se lo pongo. Lo que sí que hago es ponerme en la piel del comandante para contarlo. Por mi condición de marino y de haber mandado barcos puedo pensar por qué tomó esas decisiones que a la postre terminaron con el barco.

-Y hay mucha investigación.

-Sí. Los capítulos de El Reina Regente, del Valbanera o del Titanic están muy investigados. Y de todos estos temas doy también conferencias, así que los tengo muy preparados. Son datos sacados básicamente de internet, porque en la Armada, cuando son casos de barcos militares, tenemos el problema de que el archivo de esta zona del Sur se quemó en 1976, pero algunos datos los he encontrado en el archivo del Viso del Marqués, un castillo renacentista de Ciudad Real que pertenece a la Armada desde hace siglos. Allí encontré un documento, un anónimo de 1895 que recibe el capitán general una vez hundido el barco Reina Regente... en el que una persona aseguraba que había buceado el barco, que el comandante estaba amarrado a la rueda del timón, que la gente estaba en sus camarotes... Nunca se supo si era verdadera o falso. Por eso hay que investigar, mirar, y si te gusta es increíble.

-¿Se siente más cerca del mar que nunca con sus novelas?

-Sí, porque en un barco de guerra saborear el mar es muy difícil.

-¿Qué tesoros encontró?

-Estas historias. Y animales increíbles. Por ejemplo, presencié cómo las orcas atacaban a un cachalote sólo para comerse su lengua. Los restos fueron para los tiburones.

-¿En qué época le hubiera gustado vivir?

-Me apasiona el siglo XVIII, el de los exploradores, pero me gusta verlo desde mi butaca porque de cada cinco marineros que salían de España, volvía uno.

-¿Y qué tal pirata hubiera sido?

-Creo que tengo alma de pirata y conozco bastante bien sus historias y no son lo que se cuentan. No eran sanguinarios porque sí, sólo tenían el mar como patria, unos principios que hoy chocan. Eran unos buscavidas.

-¿El mar es traicionero o hay marineros poco preparados?

-Creo que en un 80% de los casos hay marineros poco preparados. El resto, es el mar traicionero. Aunque en realidad el mar te avisa. Y los barcos que se han perdido ha sido por comandantes con poco pericia, porque llevaban demasiado tiempo como capitanes y/o no conocían su barco, o bien no conocían el mar.

-Algo parecido a lo que le pasó al capitán Smith, del Titanic...

-Bueno, tenía mucha experiencia, iba a ser su último viaje. Cuando impactó con el iceberg y vio que el barco se hundiría en pocas horas, entró en estado de shock y no dirigió como debía dirigir el abandono del buque. Le salvó el hecho de que se hundió con su barco, como un buen capitán. Pero le cayeron las responsabilidades a Murdoch, el primer oficial. En la película de James Cameron, Murdoch mata a gente con una pistola: sus herederos y todo el pueblo del que era originario Murdoch protestaron y el director tuvo que disculparse. El auténtico héroe fue Murdoch.

-¿Ha pasado miedo en sus viajes?

-Claro. El que no sepa rezar, cuando vaya por esos mares de dios, verá cómo aprende. Te cuestionas si la técnica es superior a lo que hay ahí fuera...

-¿Qué misterio del mar le ha llamado más la atención?

-Quizás, el que más, el del San Telmo. Hemos encontrado algunos restos. Zarpó en condiciones dudosas de Cádiz hacia Perú en 1819. Cuando se llega al Cabo de Hornos, a vela, es muy difícil cruzar si los barcos no están preparados. Y allí se perdió aquel barco. Iban 644 personas. Si encontramos prueba de que estuvieron allí, serían los descubridores póstumos de la Antártida. También me gustaría saber dónde está el Reina Regente, del que sólo sobrevivió un perro. Y saber qué pasó con el submarino americano nuclear Scorpion, hundido en el Atlántico en plena guerra fría.

-¿Qué proyectos tiene a la vista?

-Tengo un libro presentado en un concurso literario que cuenta la historia del Lusitania, uno de los transatlánticos más importantes del siglo XX, en una época de emigración a Estados Unidos. Le metieron material militar, por lo que fue blanco de los submarinos alemanes, y lo hundieron con un millar de personas a bordo. Fue una de las causas de la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Otro proyecto muy emotivo que tengo a la vista es el 60 aniversario del hundimiento del Dragaminas Guadalete, por el que se hará un acto en Ceuta con los supervivientes.

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