Cultura

El amor y sus demonios

  • Kent Nagano dirige 'L'amour de loin', primera ópera nacida de la colaboración entre Kaija Saariaho y Amin Maalouf

Estrenada con extraordinario éxito en el Festival de Salzburgo del año 2000, con puesta en escena de Peter Sellars, L'amour de loin (El amor de lejos) fue la primera ópera de la compositora finlandesa Kaija Saariaho (Helsinki, 1952). La obra cuenta con libreto del escritor libanés Amin Maalouf y está basada en la Vida de Jaufré Rudel, imaginaria biografía de este trovador del siglo XII, príncipe de Blay, en la que quedan bien fijadas las reglas del amor cortés, tema principal de la lírica trovadoresca del medievo.

Pese a lo que a menudo se piensa, el amor cortés no es en absoluto un amor platónico, sino por contra un amor pasional y trágico, ya que inalcanzable. El objeto amoroso es para el poeta una dama a la que sabe no tendrá acceso, bien por su diferente condición social, bien por su lejanía, siempre por su estado civil, pues invariablemente el amor cortés es un amor adúltero. Pero es justamente en esta insatisfacción eterna, en esta imposibilidad de consumación carnal en la que el amor cortés encuentra su pleno sentido. El sufrimiento del poeta es su gozo. Jaufré crea en su imaginación la dama ideal a la que amar sin jamás tocar, hasta que un peregrino le dice que esa mujer existe, y no es otra que la condesa Hodierna de Trípoli (Clémence, en la ópera). Alimentado el fuego entre los dos por la intermediación del peregrino, Jaufré acaba tomando la decisión equivocada: tiene que ir a Trípoli para contemplar el rostro de su amada, pero esta infracción clamorosa de las reglas del fin'amor sólo puede acarrearle la muerte, de modo que los dos amantes apenas tienen ocasión de verse unos minutos: Jaufré muere en los brazos de Clémence, quien acaba retirándose a un convento, fin estereotipado de tantos dramas antiguos.

Dividida en cinco actos, la ópera tiene algo del estatismo de Tristán e Isolda o de Pelléas et Mélisande, otros títulos en los que la exaltación amorosa, transgresora de estrictos códigos sociales, sólo encuentra salida en la muerte. Por supuesto, la música de Saariaho no tiene prácticamente nada que ver con Wagner, pero sí bastante con Debussy y con Messiaen, pues la compositora, residente en París, ha desarrollado toda su carrera dentro de la tradición francesa. Ello se aprecia en la importancia concedida al timbre, en su perfecta fusión con la armonía, en el recurso a las escalas orientales o a las armonías modales para fijar el tiempo y el espacio de la acción. Si en 2005 DG presentó en DVD la producción de Sellars con la batuta de Salonen, tal y como se ofreció en Helsinki, Harmonia Mundi ha recurrido al director que estrenó la ópera, Kent Nagano, quien al frente de la Orquesta Sinfónica Alemana, el coro de la Radio de Berlín y un trío protagonista apenas conocido pero magnífico (el tenor Daniel Belcher como Jaufré, la soprano Ekaterina Lekhina como Clémence y la mezzo Marie-Ange Todorovitch como el Peregrino), ofrece una interpretación llena de la magia y el misterio que está en la raíz de esta obra de extáticos y pasionales fulgores.

Solistas. Rundfunkchor. Orquesta Sinfónica Alemana Berlín. Nagano Harmonia Mundi (2 CD)

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