Crítica de Danza

Nosotras bailamos

Marina Miguélez presenta un espectáculo de dos piezas de danza, donde seis cuerpos curtidos y un talento disciplinado constituyeron una verdadera declaración de intenciones.

Within, la primera de las piezas, ha crecido de manera espectacular desde su presentación en octubre en el Espacio de Nuevos Valores en el Echegaray. A través de cuatro vestidos y diferentes estilos musicales la propuesta defiende la necesidad de abrazar las diversas caras de la feminidad. El rojo impulsivo, el marrón calculador, el amarillo idealista y el negro del miedo se aúnan dentro de una misma mujer. Un alegato en favor de nuestra naturaleza diversa para hacer frente a una sociedad que nos dice cómo debemos ser y cuáles son nuestros límites. Los cuatro cuerpos culminan rompiendo la geometría de un cubo para convertirse en un ensemble plástico donde destaca lo que comienza a vislumbrarse como sello de la compañía: un esmerado juego de brazos y una delicada composición de los cuadros corales.

No se baila en la cocinaes totalmente diferente a la anterior. Aunque la yuxtaposición de ambas no obedece a ninguna significación concreta, esta segunda pieza demuestra la versatilidad de la compañía, con un divertimento a ritmo de platos de un excéntrico menú. Elementos cotidianos como guantes, trapos, rodillos o sartenes se convierten en una excusa para construir episodios cómicos enlazados por unos cuerpos que cuentan y disfrutan. Aunque el punto de partida es algo superficial, la valentía reside en un grupo de solo mujeres defendiendo un arrebato entre el teatro gestual y la danza. Una apuesta inaudita coronada por el talento irreprochable de todas las bailarinas. Una celebración por la danza contemporánea made in Málaga que terminó con un público entregado bailando con las intérpretes en el escenario.

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