La Baviera Romántica III Schaffhausen y las Cataratas del Rin
Un Jardín de los Monos
El paseo por dicho centro histórico es una auténtica delicia, solo contemplar el entorno de la plaza Herrenacker ya es un auténtico viaje al pasado
Un día en Zurich

Málaga/A cincuenta kilómetros de Zurich, dirección norte, se encuentran las Cataratas del Rin y la ciudad de Schaffhausen. Así que prolongamos nuestra estancia en tierras helvéticas para visitarlas. Schaffhausen es una ciudad encantadora y sugestiva del norte de Suiza, conocida por su pintoresco casco antiguo y su arquitectura medieval. Tiene un legado histórico muy interesante y su ubicación a orillas del Rin la convierte en un lugar perfecto para explorar tanto la naturaleza como la cultura suiza.
Lo más interesante de Schaffhausen es sin duda la ciudad antigua, plagada de numerosos edificios renacentistas y barrocos. Quizá lo que más llame la atención en esta ciudad es la gran cantidad de edificios que muestran sus fachadas decoradas con motivos históricos, mitológicos, religiosos, de naturaleza, geométricos, heráldicos o de la vida cotidiana. La mayoría de las pinturas son renacentistas y barrocas. El centro histórico, prácticamente peatonal, tiene forma de un triángulo isósceles en el que la orilla del Rin es el lado menor. Quedan en pie dos puertas de la muralla medieval, una al norte, la Puerta Obertor, que fue construida en el siglo XIII y se abre bajo una torre fortificada. Esta puerta era también punto de control de los viajeros y comerciantes que entraban a la ciudad. Hoy es un centro turístico que ofrece unas excepcionales vistas panorámicas. La otra puerta, que es preciosa, es la Puerta Stein, construida en 1375, que hacía en el sur las mismas funciones que la anterior en el norte. Se abre también bajo una torre fortificada y es uno de los monumentos más emblemáticos de Schaffhausen.
El paseo por dicho centro histórico es una auténtica delicia. Solo contemplar el entorno de la plaza Herrenacker ya es un auténtico viaje al pasado. Su nombre se traduce aproximadamente como Campo de los Señores y tiene su origen en la Edad Media. La zona fue un área de cultivo y actividades agrícolas, pero con el tiempo, la ciudad se fue expandiendo y hoy en día es una plaza que conecta varios puntos importantes del casco antiguo de Schaffhausen. Una de las características más notables de la plaza, de la que ya hemos hablado, son las casas históricas de fachadas pintadas, muchas de ellas con elementos de la arquitectura renacentista y medieval. Los edificios de esta zona, que datan de los siglos XVI y XVII, presentan colores vibrantes y detalles ornamentales que hacen que este lugar sea perfecto para pasear, admirar y gozar con su belleza.
Pero todo ese triángulo, en el que parece que el tiempo se detuvo hace cinco siglos, está lleno de rincones nostálgicos en los que se respira la pujanza de la ciudad medieval que mantuvo el monopolio del tráfico fluvial en el trayecto superior del Rin. En él nos encontramos con lugares como la Fronwagplatz que fue plaza del mercado. Rodeada de casas antiguas, en ella lucen dos fuentes del siglo XVI (réplicas) y una torre medieval (Fronwagturm) con un reloj astronómico de 1564. Otra deliciosa placita (Platz) nos muestra una buena colección de casas del s. XVI, como la residencia de los obispos (Hinteres Amtshaus) con fachada en escalera, o la Haus zum Safran (hoy restaurante).
Camino de la catedral nos encontramos con el Ayuntamiento (Altes Rathaus), del s. XV, y la Casa del Caballero (de 1566) que nos deja abobados ante los frescos de su fachada con escenas mitológicas, alegóricas e históricas de Roma, pinturas cuyos originales se encuentran en el Museo Histórico. Esta calle por la que paseábamos, la Vordergasse, no tiene desperdicio. Es asombrosa y realmente emocionante porque te sientes transportado al medievo. Algunas edificaciones fueron sedes de los gremios, como la casa de los herreros, los sastres o los curtidores. Y también se encuentra la iglesia de St. Johannskirche, de los siglos XV y XVI, con un ábside poligonal, un campanario del s. XIV, y frescos de la época, de los que son bellísimos los referentes a la vida de la Virgen María; datan del s. XIV y son auténticamente sugestivos.
La catedral (Münster) es románica de los siglos XI y XII. La entrada tiene un pórtico flanqueado por lápidas sepulcrales y la puerta es de bronce. El campanario se alza sobre la base del flanco izquierdo del crucero y es del s. XIII. El interior de la catedral está formado por tres naves sobre columnas y se remata con un ábside cuadrado. Tiene un claustro románico-gótico de los siglos XII y XIII. En este claustro se conserva una campana del s. XV (la Schillerglocke) con la inscripción “Vivos voco, mortuos plango, fulgura frango” (“Llamo a los vivos, lloro a los muertos, rompo el rayo”) que inspiró a Friedrich Schiller su poema “Balada de la campana” que, según Menéndez Pelayo, es “el más religioso, el más humano y el más lírico de todos los cantos alemanes, y quizá la obra maestra de la poesía lírica moderna”. También nos encontraremos en la ciudad antigua el Historisches Museum (Museo de Historia), el más interesante de Schaffhausen, que nos muestra la historia de la ciudad y la región. Contiene una vasta colección de arte y piezas arqueológicas que datan desde la Edad Media hasta la era moderna.
Pero ¿Qué sería de Schaffhausen sin las cataratas del Rin? Son, sin duda, unas de las atracciones turísticas más importantes de Suiza. Unos saltos de agua de 23 m de altura y 150 m de ancho que, curiosamente, han dejado en su centro una gran roca a la que se puede acceder. Las Rheinfall son las cataratas más grandes de Europa, por lo que han impresionado a los viajeros desde siglos. Goethe las califico como las “fuentes del océano”. Y, como es de suponer, cogimos el barquito que, entre un atronador ruido y una nube de finas gotas de agua, nos acercó a la roca central (Rheinfallfelsen) en la que nos sentimos inmersos en la vorágine de las impetuosas aguas del Rin.
Junto a las cataratas se encuentra el castillo medieval de Laufen. Fue construido en el siglo XII por Federico Barbarroja que estableció en él su corte. En el siglo XVI fue cedido a los alcaldes de Zurich. Unas escaleras bajan hasta el nivel de las aguas del río y algunas plataformas y pasarelas se elevan sobre las furiosas y desaforadas aguas que forman el salto. El castillo ofrece unas vistas panorámicas espectaculares y, el restaurante que alberga, una carta magnífica. Tomamos como entrante una “Bandeja de aperitivos” que, para cortar al gusto, llevaba tocino cocido y salchichas “Buureschüblig” de Rubli en Marthalen y queso, servido con pan de molde, mantequilla, pepinillos y cebollas rojas. (Las salchichas estaban buenísimas, fuesen de donde fuesen). De segundo, Mónica y Beatriz pidieron hamburguesa con puré de manzana y queso rallado, y, Nani y yo, tomamos un “flanco de res” gratinado con camembert sobre cogollos de lechuga fritos y puré de apio asado. De postre las niñas tomaron un “flummery de sémola flambeada con sorbete de maracuyá y compota de manzana. Todo ello fue acompañado de un tinto Pinot Noir Auslese 1990. No estuvo nada mal el almuerzo.
En la sobremesa conocimos a un suizo, Gerfried, muy simpático, que hablaba español y tenía casa en Marbella. Entre historias del lugar, nos habló de la leyenda del Guardián de las Cataratas que transcribo tal cual la contó: “Se dice que en lo más profundo de las Cataratas del Rin vive un antiguo espíritu del agua, conocido como Der Wächter des Rheinfalls. Este ser milenario protege las aguas de aquellos que buscan aprovecharse de su poder o llevarse sus tesoros ocultos. Un comerciante avaro, deseoso de extraer oro del lecho del río, intentó un día desafiar la furia de las cascadas. Ignoró las advertencias de los ancianos del pueblo y se lanzó en una pequeña embarcación. Justo cuando llegó al centro de la corriente, se formó un torbellino, y una figura gigantesca con ojos brillantes surgió del agua. El comerciante fue arrastrado a las profundidades y nunca más se volvió a saber de él. A partir de aquel día, los pescadores de Schaffhausen dicen que en las noches de luna llena se pueden ver sombras extrañas en la bruma de la cascada y escuchar un eco profundo, como un susurro que advierte: “No toques lo que no es tuyo”.
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