En los brazos peludos de la frivolidad

XXX Festival de Teatro. Teatro Cervantes. Fecha: 17 de enero. Dirección y adaptación: Juan Carlos Pérez de la Fuente. Texto: Jean Anouilh. Reparto: Juan Ribó, Víctor Ullate Roche, Francisco Rojas, Emilio Gavira, Juan Carlos Naya, Ángel Burgos y Zorión Eguileor. Aforo: Unas 200 personas.

Ya Enrique Llovet supo ver en la Orquesta de mujeres de Jean Anouilh un artefacto poético de rara naturaleza, poliédrico, rebosante de ángulos y significados. Ésta, por tanto, es una de esas obras en las que resulta extremadamente sencillo hacer el ridículo, pero evitarlo no es tan fácil. El montaje que ofrece Juan Carlos Pérez de la Fuente es revelador en muchos sentidos, pero, ante todo, constituye una experiencia teatral que responde de lleno a esa intención poética. El director lo hace además asumiendo riesgos con la soltura que confiere la experiencia: traslada la acción a un antro de Madrid de posguerra sin asomo alguno de revanchismo ni oportunismo; y sube al escenario un elenco cien por cien masculino sin favorecer dobles lecturas, sin pretender enarbolar un alegato a favor de la igualdad de manera tramposa y sin tomar atajos mediante la confusión de géneros. No, estas señoritas son muy mujeres, madres dolientes, amantes rabiosas, hijas defenestradas. Pérez de la Fuente juega con fuego y no se quema. Muestra exactamente lo que pretendía Anouilh: la poesía de un mundo en el que la inocencia ya no es posible. Y lo hace con mucha alma y más oficio.

También advirtió Llovet de que la Orquesta de señoritas requería actores muy buenos dispuestos a quemarse. Y el reparto de esta obra está, sencillamente, perfecto: desde un Juan Ribó rotundo hasta un Emilio Gavira frente al que hay que ser de piedra para no emocionarse con Banderita, el equilibrio en dicción, posición y canto es de una artesanía minuciosa, lo mismo para llevar a la risa que al llanto. La puesta en escena es siempre sorprendente, y salvo algún freno al ritmo dramático, todo en esta orquesta suena a dura verdad.