La broma de la crisis económica
El malagueño David Muñoz presenta esta noche el documental ‘La broma infinita’, en el que critica la poca atención a las verdaderas víctimas de la crisis: las personas
Los titulares de prensa han centrado la crisis en el rescate de los gobiernos. En las ayudas millonarias a cajas de ahorros y bancos. En salvar a las grandes empresas. Pero se han olvidado de los grandes perjudicados de la crisis actual: Las personas. Algo ante lo que ha querido rebelarse el director malagueño David Muñoz y que ha plasmado en el documental La broma infinita, que se proyecta esta tarde a las 19.45 horas en el Teatro Echegaray.
“Ni la religión ni la política nos une tanto a todo el planeta como la economía”, explica el documentalista, que ha elegido personas de países tan diversos como Estados Unidos, Níger, Turquía, Bangladesh, Japón y España para llegar al fondo de la cuestión, para ver cómo la crisis nos afecta a todos queramos o no. “Muchas veces no nos damos cuenta, pero influye en casi todo. Ya sea con la búsqueda de trabajo, a la hora de comprar un producto más barato que otro, las deudas, los cobros...”, afirma Muñoz. A sus protagonistas les afecta de diferente modo: En Japón se trabaja el doble de horas por el mismos salario, en España no hay empleo y para el habitante de Níger la crisis no es nada nuevo porque “han vivido constantemente con ella”.
Muñoz trabajó como analista financiero para un banco japonés y también asistió a gobiernos como el de la Junta de Andalucía. Un día se dio cuenta que no estaba hecho para luchar por ascender en el mercado laboral, que se sentía vacío; y los documentales le están dado la felicidad que necesitaba. “Es una forma de reflexionar sobre lo que ocurre. No nos podemos quedar quietos ante las cosas que pasan”, afirma. “No tiene sentido que los bancos hagan cosas irracionales y ahora se les inyecte dinero mientras los accionistas siguen ganando dinero. Aún menos cuando hay miles de personas que pierden su casa y que no encuentran empleo porque la economía española ya no lo genera”, subraya y, por eso, llama a la rebelión “ante la falta de transparencia de la economía y de sensibilidad hacia las grandes víctimas de todo esto: las personas”.
La broma infinita es la que se le juega a todas esas víctimas, a las personas que no pueden hacer nada ante “la propia corrupción del sistema”, ante un mercado financiero que no puede dominar, que tiene vaivenes incontrolables, que depende de “decisiones anárquicas e irresponsables” de políticos y empresarios. “Es, claro, una aproximación personal. Pero es que las estadísticas, teorías, grandes cifras... están muy distantes de la realidad de las personas”, destaca Muñoz.
Un acercamiento a la realidad que le ha valido para ser finalista en la última edición de los premios Goya en la categoría de cortometraje documental, premio que Muñoz consiguió un año antes por Flores de Ruanda.
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