El bululú en su templo
Rafael Álvarez 'El Brujo' representará mañana en la Catedral a las 20:30 su lectura escénica de 'El Evangelio según San Juan', un viaje a la raíz de la cultura occidental · La entrada será libre hasta completar el aforo
El próximo 13 de junio, el actor y director cordobés Rafael Álvarez El Brujo estrenará en Cáceres su próximo espectáculo, que lleva el revelador título de Bululú. El Brujo es exactamente eso, un bululú; éste es el nombre que durante el Siglo de Oro recibían en España los actores que iban solos, fuera de cualquier compañía, de pueblo en pueblo y de plaza en plaza con sus entremeses, romances y tragicomedias. A menudo, eran los curas de las villas los que organizaban las actuaciones del bululú, por más que éste custodiara en depósito la herencia de los juglares medievales. Y tanto encaja Rafael Álvarez en el perfil del bululú que su próxima actuación en Málaga ha sido organizada por la Delegación de Medios del Obispado. Será mañana miércoles, a las 20:30, en la Catedral, con entrada libre hasta completar el aforo, lo que permitirá devolver el teatro al templo de la Encarnación (¿recuerda alguien la fabulosa representación de El gran teatro del mundo de Calderón bajo el mismo techo, hace algo más de una década?) con una ocasión única: El Brujo pondrá en escena, por primera vez en la ciudad, su representación de El Evangelio según San Juan, una lectura que devuelve al arte dramático el enorme misterio del texto y que viaja a a la misma raíz de la cultura occidental.
Rafael Álvarez estrenó El Evangelio según San Juan en el Festival de Mérida en 2009 y posteriormente visitó diversos escenarios españoles con el montaje de la mano del Centro Dramático Nacional. El mismo actor definió ayer su propuesta en la Catedral de Málaga como "inhabitual"; y es cierto que este espectáculo (en el que acompañan al intérprete cuatro músicos, que a su vez interpretan la partitura compuesta ex profeso por Javier Alejano) no ha gozado de la promoción y afluencia de otros montajes recientes de El Brujo como El ingenioso caballero de la palabra y Una noche con El Brujo, con los que comparte sin embargo la esencia teatral que nace de la palabra dicha, o mejor contada; pero, no obstante, después de haber llevado a las tablas San Francisco, juglar de Dios de Dario Fo, el turno de El Evangelio parecía cuestión de paciencia y sentido común. Y así lo admitió ayer el mismo Rafael Álvarez: "La obra de Fo abrió las puertas al Evangelio". También quienes tuvieron la oportunidad de ver su espectáculo Mujeres de Shakespeare en la pasada edición del Festival de Teatro de Málaga, en el Cervantes, pudieron comprobar la intuición y naturalidad con la que el actor conectó al bardo inglés con San Pablo. En su obsesión por la tradición oral, que ha llevado a El Brujo a comparecer solo en los escenarios desde que estrenara El Lazarillo de Tormes (aún en cartel) allá a comienzos de los 90, resultaba inevitable que el bululú se cruzara en el camino con las fuentes del cristianismo. Pero el mismo protagonista quiso dejar ayer clara su postura: "Yo soy un cómico. No pontifico, ni digo a nadie lo que tiene que creer. Mi intención cuando hago mis representaciones es que la gente se ría, y también lo espero en este caso, aunque el público se encuentre en una Catedral. Sólo espero que lo entiendan, que sepan comprender qué es lo que yo ofrezco".
Pero aunque la llegada a El Evangelio según San Juan pueda pudiera incluso preverse a tenor de la trayectoria anterior de El Brujo, el mismo Rafael Álvarez quiso dejar claro cómo se produjo el idilio: "Hace algunos años atravesé una crisis personal y profesional y decidí hacer un retiro de ocho o diez días en el Monasterio de Silos. Me dedicaba a leer, pasear por el campo y compartir el tiempo con los monjes. Por las noches yo les hacía teatro y a cambio ellos, durante el día, me acogían y me daban de comer. Por aquel entonces yo estaba muy interesado en la mística y preguntaba a los monjes por varios autores, pero uno de ellos me aconsejó que fuera a las raíces. Y las raíces no eran otras que el Evangelio". El Brujo no oculta, como no podía ser de otra forma, su pasión por el texto joánico, de entre cuyas características destaca "su enorme alcance poético, su expresionismo abstracto, la fabulosa síntesis que propone, su narración casi cinematográfica, su profundidad y su conexión con la filosofía antigua, especialmente griega". El Brujo dedicó a el Evangelio según San Juan nada menos que cuatro años de estudio "en los que leí y releí el texto junto con la interpretación del exégeta francés León-Dufour. Y sólo puedo concluir que es una obra de arte".
Pero, ¿puede acaso un texto tan protextual, dotado de un inconfundible aroma gnóstico, convertirse en materia teatral? El Brujo recuerda al respecto que el Evangelio "fue escrito cuando ya llevaba muchos años divulgado oralmente". Así que fue antes la palabra viva, asociada al gesto y la voz, y luego el libro. Dios, claro, prefiere el teatro.
También te puede interesar
Lo último