Cultura

Esa canción me suena o un hombre bajo un sombrero

Ciclo On Echegaray. Teatro Echegaray. Fecha: 3 de junio. Músicos: Jesús Martínez (voz y guitarra), Daniel Lozano (teclado y voces), Daniel Gámez (percusión), Laure Fernández (batería), Luis Delgado (guitarra y voces), Carlos Guerrero (bajo), Nuria Montero (clarinete), Juan Pedro Berrocal (saxo y guitarra flamenca), Francisco José Peso (trombón). Aforo: Unas 300 personas (lleno).

Pues sí, qué quieren que les diga. Fui a ver a Jesús Martínez y los suyos (tanto se ha tomado en serio este hombre lo de su proyecto Vandalia que ha terminado adoptando este título para su apellido artístico) y lo pasé en grande. Sigo sus pasos desde hace bastantes (muchos) años y siempre me ha asombrado la facilidad con la que este cantautor que ha encontrando en el sombrero el aliado perfecto para su puesta en escena compone canciones redondas y tan reconocibles emocionalmente: sus temas son los que uno cree haber escuchado siempre, o los que uno siempre ha estado esperando. Seguramente, Jesús Martínez es lo mejor que le ha pasado a la música malagueña en mucho tiempo, pero ahí sigue, a lo suyo, no pertenece a ningún círculo, no rinde tributo a ningún venerable y hace canciones como quien tiene la conciencia muy tranquila. Yo me siento feliz y orgulloso (por qué no, eh) de conocer canciones como Mariposas en el mar y Llora el perro, de tararearlas cuando camino por la calle y de ponérmelas cuando conduzco. El jueves tuve oportunidad además de descubrir algunas de las que formarán parte de su próximo disco, el segundo, Baños del Carmen. Por ahora, me quedo con dos: la que da título al álbum (debería escucharla el alcalde para aprender en qué consiste el hecho de amar la ciudad en la que se vive) y Sueños, una auténtica celebración de la inocencia y la literatura hecha maravilla.

El concierto fue divertido, emocionante, solemne, humano, tierno. Como las canciones de Martínez. Y hubo música, claro, mucha, con nada menos que ocho músicos excepcionales. El tono fue festivo, dionisíaco, pero amable al tiempo. Todo se dijo bien, lo que resulta extraño a estas alturas. Mención aparte merece Daniel Lozano, el otro ventrículo de Vandalia, creador de unos arreglos proverbiales y tan pródigo como preciso en la dirección. Si Málaga fuera lista, honraría a Martínez y los suyos. A tiempo está.

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