Cultura

Un caos lleno de vida

Es bien conocida la familiaridad de Yasunari Kawabata, el venerado maestro de Mishima, con las vanguardias de Occidente, pero no había circulado en España la obra que muestra en mayor medida una influencia de la que el futuro premio Nobel, como otros autores japoneses de su generación, se acabaría distanciando. Publicada originalmente por entregas, La pandilla de Asakusa (1930) corresponde a la primera época de un escritor entonces recién llegado a la treintena -fue su segunda novela, tras La bailarina de Izu- que antes de definir su estilo propio ensayaba caminos inexplorados, en la estela del modernismo europeo -encarnado en Japón por la escuela de la Nueva Percepción- pero sin perder de vista la tradición de una cultura sometida a fuertes tensiones. Del cruce entre aquella -"quiero hablar del modo en que lo hacían en los días de la antigua Edo"- y la voluntad experimental que caracteriza a los modelos extranjeros en los que se inspira, surge esta obra extraña, seductora y singularísima, deudora de su tiempo y muy alejada del rumbo posterior que tomaría la obra de Kawabata.

En el informado prefacio que abre la edición de Seix Barral, Donald Richie compara el Parque Asakusa -centro libertino de Tokio, gravemente afectado por el terremoto de 1923 y desaparecido como "ciudad del placer" tras la Segunda Guerra Mundial- a lo que fueron el Montmartre de París, Times Square en Nueva York o la Alexanderplatz de Berlín, un hervidero humano repleto de atracciones que incluían las casas de citas pero no limitaban su oferta a los favores mercenarios: espectáculos musicales o circenses, cines, teatros, casinos, cabarets o restaurantes convertían el enclave -"vulgar y feo, pero vibrante y sexy"- en escala obligada para bohemios, vagabundos, noctámbulos y maleantes. Es el escenario donde Kawabata sitúa las aventuras de su "Troupe Escarlata", apresadas de un modo fragmentario que pretende menos contar una historia que retratar el caótico y abigarrado universo de Asakusa en toda su descarnada o estimulante variedad de matices. El relato tiene mucho de reportaje o narración cinemática, pero su rasgo más notable es una mirada absolutamente personal -irónica, desinhibida, sorprendentemente moderna- que se recrea en los detalles perversos o escabrosos y transmite, por su ingenuidad deliberada, un delicioso aire festivo.

Yasunari Kawabata. Trad. Mariano Dupont. Seix Barral. Barcelona, 2014. 296 páginas. 18,90 euros

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