La caridad de la arcilla

Crítica de Danza

Una escena de 'Rito'.
Una escena de 'Rito'.
Pablo Bujalance

17 de octubre 2017 - 02:04

La ficha

'Rito' Ciclo de Danza. Teatro Echegaray. Fecha: 16 de octubre. Producción: OtraDanza / Susana Guerrero. Dirección coreográficas: Asun Noales. Dirección artística: Susana Guerrero. Intérpretes: Asun Noales y Sebastian Rowinsky. Aforo: Unas 40 personas.

Rito es un espectáculo de danza pensado para su representación en museos, y es precisamente en su dimensión plástica donde con más fuerza dice lo que quiere decir. Los intérpretes bailan en y desde la arcilla, de la que están cubiertos, presentados ante el público en un espacio circular que refuerza la calidad simbólica de la propuesta. Lo cierto es que, más allá de los elementos, es la arcilla la que moldea los movimientos y, por tanto, la identidad de los personajes, que actúan durante buena parte de la función de manera improvisada a partir de determinadas pautas esquemáticas. Abrazada esta premisa, Rito hace honor a su título e indaga en lo que no se puede decir con el fin de revelarlo, sacarlo a la luz, aunque sea sin nombre. Su liturgia remite al origen de todas las cosas, no tanto desde la mitología sino desde la intuición más elemental (de acuerdo, la mitología no es más que la institucionalización de esa intuición primaria: pero lo que aquí se ofrece es una poética mucho más desnuda, el viaje al momento exacto en que la lengua se aproxima a los labios y acontece el decir, en un sentido que sólo puede ser metáfora dado que la realidad es una cuestión aún por hacer). Y sí, la obra se aproxima de hecho más a la noción de objeto artístico que a la de espectáculo, aunque no renuncie a la coreografía para darse. Precisamente, a pesar de esa apariencia rudimentaria, de su apego formal al work in progress y de los hallazgos erguidos en la improvisación, cabe alabar la limpieza técnica de este Rito, la pulcritud de los procedimientos, la firmeza con la el barro es barro y el cuerpo es cuerpo.

El montaje tuvo ayer en Málaga su primera representación en un teatro (acotado para preservar la proximidad con el público) y ganó algunos matices en consonancia, especialmente vinculados con la iluminación, bajo la que el polvo adquiría un protagonismo mucho mayor. Pero en su articulación frágil y a la vez rotunda,Rito es de cualquier forma un instante en el que nada sucede y en el que, por tanto, ocurre absolutamente todo. Se suceden imágenes evocadoras, estimulantes, dolorosas, calladas, violentas, siempre bellísimas, dado que a partir de la arcilla podemos modelar el deseo y la muerte, la paz y la guerra, el amor y el odio. Sin abrir la boca, Rito habla de nosotros, de lo que nos aflige y por qué nos aflige, de lo que nos supera y nos eleva, de la fabulosa construcción que es el mundo en manos humanas. Al final es uno el que se siente modelado, esculpido, siempre en tránsito a otra figura. En el principio.

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