Cultura

El cine de David Lean

  • En la limitada filmografía del cineasta inglés del que hoy se celebra su centenario destacan obras como 'Lawrence de Arabia' y 'Doctor Zhivago'

Entre 1942 y 1955, David Lean rodó once largometrajes, casi uno al año. En cambio, entre 1957 y 1970 estrenó sólo cuatro. Lean se había decantado por el cine kolossal, que requiere mayor inversión de tiempo (y dinero), de ahí la caída en el ritmo de estrenos. Por contra, entre 1970 y 1991, en dos décadas, el cineasta rodó una sola película más. Cuando se hallaba en la cresta de la ola, tuvo un fiasco sonado, el de La hija de Ryan (1970), y no es lo mismo fracasar en taquilla con un filme de pocos millones que con uno de varias docenas. El prestigio no es aval suficiente en la industria y, a pesar de éxitos como Lawrence de Arabia (1962), La hija de Ryan hundió los puentes de oro bajo sus pies. Entre este título y el siguiente, Pasaje a la India (1984), que acabó siendo el último, pasarían casi quince años… Se diría que dieciséis películas en medio siglo no es una cifra notable, pero lo que cuenta es la calidad, no la cantidad. En la filmografía de Lean hay un par de obras maestras, media docena de películas sobresalientes e, incluso en sus títulos más discretos, el buen hacer es la nota dominante.

David Lean nació el 25 de marzo de 1908, en Londres, en el seno de una familia de confesión cuáquera que acunó a su progenie -la perspectiva del tiempo, ahora, agranda la paradoja- con advertencias sobre la conspicua inmoralidad del mundo del espectáculo. Lean iría por primera vez al cine siendo ya adolescente, pero bastó una película, El perro de Baskerville (1921), para tirar por los suelos el rígido proyecto educativo de los padres. La tentación era demasiado fuerte, y debió decirse que si el cine es pecado, que quizás lo sea, merecía la pena condenarse eternamente. Con apenas veinte años, Lean entró como chico para todo en los estudios Gaumont-British. En su etapa de aprendiz, llevó el café (o el té) a actores, se ocupó de la claqueta, del servicio de guardarropa y si hubo que cargarse algo a las espaldas, pues se lo cargó. Con posterioridad entró como ayudante en la sala de montaje y en estos menesteres estuvo hasta presentársele la oportunidad de debutar como director en la película Mayor Bárbara (1941).

En su primer largometraje oficial, Lean aún tuvo que compartir las tareas de realización, aunque parece ser que al final se ocupó él solito prácticamente de todo. Sangre, sudor y lágrimas (1942), producido, escrito, interpretado y co-dirigido por Noël Coward, es un filme de propaganda patriótica, superior a otros semejantes, pero tan maniqueo como el resto. A menudo se ha repetido la anécdota de que Churchill la tenía entre sus películas favoritas. La cinta apoyaba abiertamente la línea de acción del entonces primer ministro británico en la ardua coyuntura de una guerra mundial. Sangre, sudor y lágrimas fue muy bien acogida en Gran Bretaña y en Estados Unidos, y Lean pudo dedicarse por entero a la dirección.

Su primera obra maestra no se hizo esperar, Breve encuentro (1945), su cuarto largometraje, es una delicada historia de amor con guión de Noël Coward. La película, además de una cumbre del melodrama, continúa siendo un relato modélico por la manera de exteriorizar, mediante miradas y gestos, lo que los personajes callan. Lean insistiría en historias de amores poco propicios en películas como Locuras de verano (1955), Doctor Zhivago (1965) o La hija de Ryan.

Sus dos siguientes trabajos fueron sendas adaptaciones de Dickens: Cadenas rotas (1946), basada en Grandes esperanzas, y Oliver Twist (1948), dos novelas en las que ocupa un lugar preeminente el mundo de la infancia y la indigencia social de la Inglaterra victoriana. Ambas producciones recibieron el respaldo del público y el beneplácito de la crítica, y aún hoy mantienen intacta la fuerza visual con que fueron concebidas. Su autor todavía rodaría varios títulos más en clave menor antes de volver a los presupuestos millonarios con El puente sobre el río Kwai (1957), un superespectáculo de endeble antimilitarismo, espléndidamente construido; cosechó siete premios Oscar, entre ellos el de Mejor Director, y encarriló su carrera hacia el cine de gran formato.

Su siguiente película confirmó que su elección había sido acertada: Lawrence de Arabia (que se hizo con otros siete Oscar; otro para él), además de su película más célebre, es su mejor trabajo. Lean hace un audaz y certero acercamiento a una leyenda quebradiza, una disección del narcisismo y el endiosamiento, y una crítica a esa gran maquinaria del mundo que juega con los individuos a su antojo. Doctor Zhivago, otro exquisito drama sobre amores desdichados por el que Lean volvió a ser nominado al Oscar, también arrasó en las taquillas. Tres campanazos seguidos pusieron a la industria a su merced, pero el éxito es el único baremo cuando hay millones de por medio y bastó un revés económico, el de La hija de Ryan, para que los hados se le pusieran en contra. Lean tardaría casi tres lustros en estrenar otra película, Pasaje a la India. Murió en 1991.

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