Cultura

La ciudad que mira

  • Con el Centro Pompidou, Málaga asume un nuevo compromiso de inversión en museos y responde a algunos precedentes que no han rendido los resultados esperados

De momento, el anuncio de que el Cubo del Puerto acogerá la primera sede del Centro Pompidou fuera de Francia ha tenido las consecuencias que el Ayuntamiento esperaba: atención unánime de los medios de comunicación, relevancia nacional y corrillos en todas partes. Sin que nadie haya respirado aún en los cristales del Cubo, los ojos ya están puestos en su superficie y ahí seguirán hasta que el nuevo museo abra sus puertas, con una colección permanente de 70 obras y un programa de exposiciones temporales de carácter anual. Alzadas así las expectativas, corresponde ahora analizar en qué se va a traducir este proyecto para la vida cultural de Málaga, independientemente de las obras que turistas y malagueños podrán ver en el Muelle Uno.

En realidad, el anuncio formalizado el pasado viernes supuso el destape de una operación que se venía fraguando desde hacía cinco años. El alcalde, Francisco de la Torre, situó el origen de la iniciativa en un lugar y un día muy concretos: en el Estadio de La Rosaleda el 6 de febrero de 2008, durante el partido amistoso que disputaron las selecciones de fútbol de Francia y España. Fue allí donde De la Torre planteó por primera vez al embajador francés en España, Bruno Delaye, la posibilidad de que Málaga acogiera una sede del Centro Pompidou, animado, según confesó el propio alcalde, "por la expansión que estaba llevando a cabo el Louvre, abriendo una sede en la ciudad francesa de Lens y anunciando futuras actuaciones similares fuera de Francia". El mismo Pompidou, de hecho, abrió en 2010 una sede en otra ciudad francesa, Metz, que sólo durante 2012 recibió más de 475.000 visitas (en el caso de Lens, un pequeño municipio de 35.000 habitantes, las visitas a su Louvre superan ya las 900.000). Aunque el embajador no se mostró precisamente entusiasta con la idea ("Debió pensar que menudas cosas se nos ocurren a los malagueños", comentó De la Torre el viernes), el órdago ya estaba lanzado. Y a partir de entonces, tal y como ha informado Málaga Hoy, las visitas del alcalde al Pompidou en París y sus encuentros con los responsables del centro habían permitido despertar ya algunas expectativas. Uno de estos últimos encuentros se celebró en el Ayuntamiento el pasado 19 de abril, cuando De la Torre recibió a la directora general del Pompidou, Agnes Saal y el consejero cultural de la Embajada de Francia, Alain Fhor, entre otras autoridades. Entonces, el alcalde no quiso revelar la materia tratada en el encuentro pero sí habló de un "proyecto de colaboración cultural". Mientras tanto, los rumores en torno a los posibles usos del Cubo del Puerto se multiplicaban. La inyección de 2,5 millones de euros a la instalación en los presupuestos municipales de 2014 requería una explicación urgente y, de hecho, el anuncio definitivo no tardó en llegar. Con proyectos como Art Natura en Tabacalera, la sede del Prado en la Aduana (prometida por el PP andaluz en plena campaña electoral) y el museo de museos en el Astoria enterrados después de dolorosas agonías, De la Torre, que siempre ha hecho del optimismo su estrategia política predilecta, pudo al fin el pasado viernes dar el golpe sobre la mesa que desde hacía muchos años ansiaba; el que ni siquiera la inauguración del Museo Carmen Thyssen, que nació con más sombras que luces, le había permitido dar.

Y lo cierto es que la llegada del Centro Pompidou debería resultar suficiente para situar a Málaga en la primera línea de Europa en materia expositiva. Si la ciudad experimentó ya su particular efecto Guggenheim hace diez años con la apertura del Museo Picasso, la institución que la puso en el mapa, los movimientos efectuados después desde el Ayuntamiento, dispuesto a plantar una dura competencia a la Junta de Andalucía en esta cuestión, no se han mostrado menos ambiciosos. De la Torre afirmó que su intención es llenar el Cubo con obras de arte moderno y de las vanguardias del siglo XX, ya que así "quedaría completado el discurso artístico de la ciudad". Ciertamente, si el Pompidou presentara una apuesta por el arte contemporáneo en su sede malagueña, terminaría haciéndole un flaco favor al CAC, mientras que el siglo XIX ya está convenientemente representado a través del Museo Carmen Thyssen (además de lo que dé de sí el Museo de Bellas Artes, llorado por el consejero de Cultura, Luciano Alonso, y ensombrecido por la proyección del Cubo). Pero si al final la premisa del alcalde llega a buen puerto, el de Málaga sería un caso único en España que permitiría observar la entera correlación de más de un siglo de creación artística.

Pero conviene no olvidar que tan titánico empeño se traduce, inevitablemente, en gastos. Cabe recordar que el Ayuntamiento deriva ya una partida anual de casi 3 millones de euros al CAC y otra de 2,1 millones al Museo Carmen Thyssen (que este mismo año se ha visto incrementada en 500.000 euros por ajustes de última hora). La instalación del Museo Carmen Thyssen en el Palacio de Villalón se saldó por más de 30 millones de euros, aproximadamente la misma cantidad invertida en Tabacalera para el fiasco de Art Natura. En atención a los presupuestos de 2014, la institución cultural ya existente más beneficiada ha sido la Fundación Picasso Casa Natal, que goza actualmente de la mayor proyección internacional en sus 25 años de historia, con un incremento del gasto del 12,5% hasta los 1,7 millones de euros. Ahora, el Ayuntamiento invierte 2,5 millones para sufragar la mitad de los 5 millones que costará el equipamiento del Cubo con el fin de cumplir su función expositiva. Que Unicaja se haga cargo del otro 50% aún está por ver, y habría que comprobar la solvencia del "plan B" al que se refirió De la Torre el viernes; en todo caso, resulta previsible que si las entidades privadas fallasen, el Ayuntamiento asumiría los 5 millones en solitario, no sin desequilibrios ni daños colaterales. Según el protocolo de acuerdo firmado, el Consistorio pagará al Centro Pompidou un millón de euros anuales (durante un plazo de cinco años, los contemplados en el convenio, prorrogables a otros cinco) por su derecho a disponer de las obras de arte; pero también se haría cargo de los embalajes, transportes y seguros, lo que, tratándose de tan valiosa colección, disparará seguro los costes bastante más allá de un millón de euros al año. En total, la inversión dirigida a convertir a Málaga en la ciudad de museos que quiere el alcalde supera con creces la de que cualquier otro ámbito municipal: sólo para el año que viene, la cifra ascendería a 9'3 millones de euros. De la Torre defiende que 9 millones de turistas al año (otra cosa es que a algún malagueño se le ocurra aparecer por allí) garantizan el éxito de la operación en cuanto a afluencia de visitantes. Pero el caso del Museo Carmen Thyssen, que recibió en 2012 poco más de 60.000 visitas cuando las previsiones el año anterior elevaban la cifra a 120.000, deberían servir de lección para, en todo caso, acentuar la prudencia.

Todo esto ocurre mientras los presupuestos para 2014 del Teatro Cervantes (que incluye el Echegaray y todas las actividades escénicas municipales, incluido el Festival de Teatro) y el Festival de Cine (con la programación anual de actividades del Cine Albéniz y la Málaga Film Office) se congelan después de años de caídas con 4,5 millones de euros para el primero y 2,6 millones para el segundo. El Cervantes logra cerrar sus carteles gracias a los acuerdos a taquilla (lejos quedan los años en que el teatro destacaba en el panorama musical nacional con conciertos de artistas como Caetano Veloso, Ray Charles y Rubén Blades, además del colofón que supuso Lou Reed en 2008; aunque, más allá del Cervantes, la pérdida de activos que ha sufrido Málaga en cuanto a conciertos atractivos fuera de su entorno merecería otro artículo) y el Festival de Cine ha logrado sanear sus deudas a base de patrocinios, imaginación y llamadas a la participación. Es cierto que una cultura museística enfocada al turismo hay que pagarla; pero mantiene el precio añadido del necesario sacrificio del resto de la cultura. Mientras tanto, Málaga mira. En realidad, no puede hacer mucho más.

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