De cómics al margen y viñetas 'indies'

Klari Moreno, Mireia Pérez y Lucía González compartieron mesa redonda el jueves en Termicómic

Las ponentes, junto a Borja Crespo, durante el encuentro.
Las ponentes, junto a Borja Crespo, durante el encuentro.
Isabel Guerrero Málaga

12 de marzo 2016 - 05:00

Klari Moreno (Madrid, 1993) no para de hacer fanzines: "Todo me lo he editado yo". Lo ha hecho en Ediciones Valientes, pero a su puerta ya ha llamado una editorial canadiense interesada en sus "viñetas guarras", dice. El fanzine en ocasiones puede llegar a ser un trampolín para creadores noveles, en el caso del cómic (igual que lo fue para aspirantes a plumillas con la vista puesta en la prensa cultural). Sin embargo, hay quien hace un camino inverso, como le ha ocurrido a Mireia Pérez (Valencia, 1984), que empezó viendo reconocido su salto a la novela gráfica -con La Muchacha Salvaje: Nómada obtuvo el Premio FNAC/Sin sentido 2010-, desarrollando su carrera como ilustradora, y que hace no poco se ha iniciado en la autoedición con Chicos (200 copias vendidas de un zine "autobiográfico, carnal, súcubo, sudoroso y doloroso", comenta la propia autora en su blog). "¿Qué son los fanzines? ¿se comen?", se preguntaba hace dos décadas Borja Crespo, coordinador de Termicómic 2016: primera edición de unas jornadas de novela gráfica y autoedición que arrancaron hace un par de días en La Térmica, y que hoy se clausuran. Klari Moreno, Mireia Pérez y, last but not least, Lucía González (Málaga, 1981) -editora independiente, suyo es el proyecto de Libros de autoengaño- protagonizaron el jueves, con Crespo como moderador, el Encuentro sobre cómic independiente y autoedición, en un evento por el que está pasando la flor y la nata del mundillo comiquero.

Fue Crespo quien comentó inicialmente la vida y milagros de cada una de las invitadas, con ciertas dificultades en el caso de Mireia Pérez, que no se lo puso precisamente fácil ("a Julie Doucet la he descubierto ahora", contestó al moderador, que ya estaba por echar mano de algún superpoder para atinar con la presentación). Eso sí, una vez pasado este "crítico momento", y con no poco cachondeo, se habló largo y tendido de la edición independiente, como autoedición (fanzines) o en sellos pequeños. Edición que sirve para publicar historietas, aunque con sus diferencias. El recorrido de una obra publicada en un fanzine, que posee cierto halo de irrepetible, por así decirlo, es distinto al de una historieta editada por un sello modesto (aunque dentro de las independientes haya igualmente estratos, en función de la propia estructura empresarial del proyecto). La autoedición, por su parte, escapa de la estadística: "es que no es cuantificable", sentenció Pérez al respecto. Un sello pequeño como Libros de autoengaño cuenta, en cambio, con su plan editorial, tal y como señaló la editora malagueña, que hizo algo de pedagogía en torno al mercado del cómic como industria cultural.

Hubo cierta discusión confusa con respecto a los porcentajes que se llevan las distribuidoras y tiendas. Editoras indies como González dejaron claro, en cualquier caso, que prescinden de las primeras puesto que así se puede "ajustar mejor el precio", al tiempo que Pérez mentaba el caso de autores que llevan su material a las librerías "en furgoneta". Los cambios se suceden, sin embargo, a una velocidad vertiginosa: en menos de una década, todos los niveles del sector se han visto forzados a adaptarse a tiempos, y fenómenos, nuevos. Como Mierdecitas y su autor, Héctor Bometón, a quien González editó en 2014, a sabiendas del seguimiento que éste ya tenía en la red: "en cuanto rompes la barrera endogámica estás en otro campo". No existen fórmulas para alcanzar a ese público no comiquero, ahora bien, dar en la diana supone recolectar de lo lindo; Pérez avisó de que "hay un público ocasional que va a las librerías y se lleva las cosas de forma compulsiva, además". Su experiencia en La Central de Callao habla por ella.

"Me gustaría que me editasen, pero aún no estoy preparada", dijo Klari Moreno, quien se ocupó en señalar la importancia que los eventos tienen para una faneditora como ella. Sus tebeos, mudos, han llamado la atención de la crítica, tanto a nivel estilístico como por su contenido: paisajes que se mueven, historias BDSM, fanzines con títulos tan sugerentes como Por poco muero en Murcia… La joven madrileña dijo que los encuentros le dan la vida a la hora mover un material autoeditado, libre de ataduras, que adora el intercambio.

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