Después de 25 años al servicio de la administración pública, a Salomón Castiel no le sorprenden las críticas. Ni las que aludían a su gestión al frente del Cervantes durante 14 años, ni las que cuestionaban su trabajo -y salario- como director del festival de cine durante otros once. De ahí que asuma su nueva etapa como director del Área de Cultura de Diputación con entereza. Aún así, el carácter manda, y no duda en calificar de "deslealtad institucional" la falta de programación y presupuesto que, dice, haber encontrado a su llegada.
-En su discurso de bienvenida hermanó "ambición y austeridad" como ejes de su propuesta cultural, ¿cómo lo explica?
--No es nada contradictorio, se trata de manejar mejor los recursos. En lugar de trescientas cosas que pasen desapercibidas y sin sentido, se pueden hacer diez que realmente sean vistosas, útiles y distintas. Esa va a ser nuestra línea de trabajo. Vamos a filtrar mucho lo que hacemos para hacerlo bien.
-¿Podría concretar un poco más?
-Trataremos de hacer una apuesta muy especializada, contando con la provincia, pero teniendo en cuenta que Málaga capital es parte de la provincia. Y lealtad a la institución en cuanto a contenidos, difusión y forma de ver las cosas. No estamos aquí para competir con nadie, sino para complementar. No voy a hacer un certamen de cortometrajes si ya lo hace el Ayuntamiento o la Junta. Estamos hablando de utilizar recursos y no pisar las áreas de otros. No tiene sentido, y no solo por la coyuntura económica, es una cuestión de conceptos.
-Acaba de aterrizar en Diputación pero, ¿qué piensa hacer con el 'legado' de su antecesor en el cargo, Juan Antonio Vigar?
-Deslealtad institucional es lo que nos hemos encontrado aquí, porque esta institución no es de nadie sino de la ciudadanía en general. Por lo tanto, los recursos que se programan para todo el año no se pueden gastar en seis meses y además dejar los espacios sin programar. Es extremadamente grave, y no puede tener una excusa partidista ni circunstancial. No es de recibo, ni aquí ni en ningún sitio.
-¿Y qué solución ve?
-Estamos estudiando la manera de atajarlo, si es que podemos, porque lo mismo programamos a partir del próximo enero directamente. Y aunque tuviera dinero para programar, los espectáculos importantes ya están cogidos en giras, porque se programa por temporadas, no de hoy para mañana.
-Su idea de cultura pasa por reivindicar el sentido original de culto al espíritu, ¿qué es lo que cambiaría?
-Quiero apostar por un concepto de la cultura demasiado olvidado en la sociedad en la que vivimos, volcada al placer, al ocio y al buen vivir. La cultura tradicionalmente ha estado muy ligada a la sabiduría, al conocimiento y al progreso. El discurso que manejamos en este país desde los 80 tiene que cambiar. Seguramente, el ciudadano esté saturado de talleres y espectáculos. Hay que empezar a recuperar los orígenes del término, que están en el progreso y la sabiduría.
-¿Por dónde empezaría?
-Es necesario que la gente se esfuerce con la cultura, despertar inquietud para que se acerque a ese conocimiento, que requiere esfuerzo. Está muy bien que veamos una obra de Shakespeare, pero hay más disciplinas que olvidamos y que también están ligadas a la cultura. Sobre todo los que estamos en la administración pública tenemos la responsabilidad de recordarlo.
-¿Y dónde metería la cultura popular, arraigada en la provincia a través de los verdiales o el flamenco?
--No todo pueden ser verdiales o flamenco, o no única y exclusivamente. Ya veremos como vehicular todo. Para nosotros en Diputación, a partir de ahora la cultura va a ir muy ligada a la formación. Hay mucha trampa en la cultura de hoy, no nos han enseñado a tener criterio. Hemos sido meros oyentes pasivos. Es fundamental perderle el miedo a la cultura.
-Una de la últimas apuestas de Vigar fue abrir la filmoteca provincial en Ollerías, ¿qué sentido le ve?
-No me gusta entrar en proyectos que no son propios. Pero las filmotecas, por definición, tienen sus propios fondos. Y filmoteca ya hay una en Andalucía que pagamos todos los andaluces. Los gestores no tenemos nada que decir. Es un término demasiado ampuloso llamar a esto filmoteca provincial. Sólo tenemos un servicio de cine que desarrollará talleres y ciclos.
-Seguirá en la Mostra de Valencia como asesor, ¿qué responde ante las críticas que recibe por sus dos remuneraciones?
-Generalmente se hacen análisis muy frívolos sobre estas circunstancias. Evidentemente, la única relación contractual que tengo y voy a tener es con la Diputación de Málaga. Lo que pasa es que en el Ayuntamiento de Valencia tienen mucho interés en que yo siga ahí, y me han pedido que sea asesor en la dirección de contenidos. No podía decirles que no. Simplemente es de bien nacidos ser agradecido. Y además es absolutamente legal.
-¿Por qué siempre sale a la palestra el tema de su salario?
-Aquí se han preocupado mucho por mi sueldo y solo puedo soltar una respetuosa carcajada ante eso. Sólo diré que los asesores de Valencia cobran entre tres y nueve mil euros, y yo cobraré seguramente menos. Va a ser para atender mis gastos personales cuando tenga que ir a Valencia tres o cuatro veces al año. Yo no he venido a Málaga a duplicar contratos. Aunque yo quisiera, es completamente ilegal. Pero estas son las críticas habituales que se hacen sin pensar ni preguntármelo a mí.
-Y no parecen afectarle...
-Porque parece ser que en este país la cultura es patrimonio de cierta tendencia política, algo propio de un país provinciano y fuera del entorno europeo, donde la cultura no se toca ni se discute y no se valoran más criterios que los profesionales. Mi trabajo está ahí y eso es incuestionable. Desgraciadamente o afortunadamente nunca paso desapercibido.
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