Cultura

Un cuarto de siglo sin Jorge Guillén

  • Ayer viernes se cumplieron 25 años de la muerte del autor de 'Cántico', la huella malagueña más visible de la Generación del 27, cuyo trayecto biográfico refleja la tragedia histórica de España desde finales del XIX

Veinticinco años han pasado ya desde que falleciese en Málaga, ciudad con la que mantuvo una esencial vinculación hasta el final, uno los más brillantes poetas del siglo XX español, el integrante de la Generación del 27 Jorge Guillén. Ayer viernes, en concreto, se cumplió la efeméride, que fue conmemorada en el Ateneo de Málaga con una sencilla tertulia, muy al gusto del escritor cuyo periodo vital mejor representó la tragedia histórica de España. Baste apuntar que su nacimiento se produjo un 18 de enero de 1893, en un periodo convulso para la nación española, con los prolegómenos de la Guerra de Cuba.

Guillén mostró una aguda afición por las letras desde joven. Una vez terminados los estudios primarios en su ciudad natal, comenzó la licenciatura de Filosofía y Letras en Madrid, para finalizarla en la Universidad de Granada. Durante estos años de autoconocimiento y desarrollo en el estudio de su pasión literaria, realizó diversos viajes por Europa y se estableció en París, donde ocupó el puesto de lector de español en la Universidad de la Sorbona hasta 1923. Años antes, el autor de Según las horas conoció a su primera esposa, Germaine Cahen, con la que comenzó la redacción de Cántico, la primera publicación de Guillén.

Su producción en el primer cuarto de siglo no se restringió al verso, ya que también inició colaboraciones en diferentes periódicos como crítico literario, una labor acreditada en una Cátedra de Literatura de la Universidad de Murcia, asumida en 1926. Mientras el mundo estaba sumido en el colapso de la economía que supondría el crack de la bolsa americana, Guillén celebraba la publicación (de una manera tardía, con una edad en la que el resto de los miembros de la Generación del 27 presentaban ya una abundante producción) de su primer poemario, Cántico, en la canónica Revista de Occidente.

Su afán de conocimiento y progreso le llevó de nuevo a una universidad internacional, en la misma función de lector de español. Fue en la Universidad de Oxford, en la que permaneció desde 1929 hasta 1931, año en que retornó a España y de nuevo a una universidad, en este caso la de Sevilla. Ligado así al ámbito académico, ganó para sus contemporáneos y la posteridad el título de profesor poeta. Mientras tanto, España entraba en la terrible antesala que supondría el estallido de la Guerra Civil. Ante el advenimiento del conflicto, Guillén decidió exiliarse a Estados Unidos para continuar con su carrera de docente. Inició así su labor en las Universidades de Middlerbury, McGill (Montreal) y en el Wellesley College, donde ejerció de profesor hasta su jubilación en 1957.

Todo este trasunto histórico y biográfico tuvo una traducción inmediata en la que vendría a ser su obra poética fundamental. Si sus primeras versiones de Cántico habían constituido una exaltación del goce de existir, la armonía del cosmos, la luminosidad y la integración del poeta en un universo perfecto, su obra en los años del exilio, representada en Clamor, respira miseria, dolor y muerte. A través de los tres poemarios incluidos en esta obra (Maremágnum, Que van a dar en el mar y A la altura de las circunstancias) desarrollados entre 1957 y 1963, Guillén fue perfilando su personal puesta en práctica de la poesía pura, marcada por una relación armónica del hombre con la naturaleza, por el goce de vivir en un mundo que, según el autor, "está bien hecho".

Diez años antes de la publicación de este canto vitalista y a la vez desesperado, había muerto su mujer, Germaine. Su primer regreso a España desde el exilio americano se produjo en 1949, para visitar a su padre enfermo. En 1958 conoció en Florencia a Irene Mochi-Sismondi, que posteriormente se convertiría en su segunda esposa. Guillén continuó ejerció como profesor en Harvard y Puerto Rico durante la década de los 60, antes de instalarse definitivamente en Málaga. Sólo abandonó su carrera de profesor tras una caída, que le produjo la rotura de la cadera, al inicio de los 70, que, no obstante, sería una buena década para él.

El año 1976 fue el de su reconocimiento unánime en todo el ámbito hispanoamericano con la consecución del Premio Cervantes. Un año después, también se alzaría con el Premio Internacional Alfonso Reyes. Andalucía lo reconoció como Hijo Predilecto en 1983, un año antes de morir en Málaga, el 6 de febrero de 1984. Sus restos descansan en el Cementerio Inglés de San Jorge de la capital malagueña.

¿Qué influencia puede colegirse de la poesía de Jorge Guillén? Durante el franquismo, la lectura de su obra no dejó de ganar adeptos y resultó fundacional hasta el punto de que uno de los grupos poéticos más importantes del siglo pasado, el constituido en Córdoba por Pablo García Baena, Ricardo Molina, Julio Aumente, Juan Bernier y Mario López, adoptó el nombre de Cántico. Los postulados de la poesía pura, sin embargo, siguieron tras la Transición caminos heterodoxos, a menudo invisibles. Pero la palabra sigue siendo motor del mundo.

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