El destino del imperio

30 de octubre 2011 - 05:00

Ediciones Glénat vuelve a la carga con un nuevo tomo de Suehiro Maruo (Nagasaki, 1956), y yo, personalmente, no puedo estar más agradecido. Soy un verdadero fanático de este autor valiente, polémico y explícito en su tratamiento del sexo y la violencia. Hay quien considera su poética mera pornografía, pero, en mi opinión, Maruo lleva décadas ofreciendo fascinantes e hipnóticas farsas extremas, subvirtiendo los códigos narrativos y demostrando que los mensajes acomodaticios encriptados en los géneros artísticos son la más escandalosa de las perversiones.

En esta ocasión, y como ya sucediera con su anterior trabajo, La extraña historia de la isla Panorama, Maruo adapta un relato de Tarô Hirai (1894-1965), más conocido con el seudónimo Ranpo Edogawa, padre de la novela detectivesca japonesa y fundador del Club de Escritores de Misterio de Japón. La pieza en cuestión, La oruga, traducida en el volumen Relatos japoneses de misterio e imaginación (Ediciones Jaguar, 2006), fue censurada a finales de la década de 1930 por considerarse perjudicial para los intereses del imperio nipón en la segunda guerra chino-japonesa, y este cariz antibelicista del texto original es el que inspiró la reciente versión cinematográfica de Koji Wakamatsu en 2010.

Maruo, por su parte, festeja la negra, morbosa y cruel atracción por lo monstruoso de La oruga y recrea con todo lujo de detalles la escabrosa vida sexual del matrimonio protagonista, compuesto por un oficial japonés que regresa de la batalla terriblemente desfigurado, carente de extremidades, mudo y sordo, y su esposa, forzada a satisfacer el inagotable apetito sexual del mutilado. El resultado, elegante y grotesco como sólo Maruo sabe serlo, es una de las más recomendables virguerías de este 2011.

Suehiro Mauro. Glénat. 144 páginas, 12 euros

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