Cultura

"Me dije: si me van a dar tanto amor me dedico a esto hasta morir"

  • Ángela Molina participó ayer en un encuentro con el público en el auditorio del Museo Picasso

"Me cansa hablar de mí misma". Quien pronunció ayer esta frase no era otra que una mujer acostumbrada a hablar en boca de más de cien personajes. Desde que César F. Ardavín le diera su primera oportunidad en No matarás en 1974, la única actriz que ha trabajado al mismo tiempo para Almodóvar y Buñuel no ha dejado de entregar su enigmático rostro a la cámara. Ayer en el auditorio del Museo Picasso la tercera de los ocho hijos de Antonio Molina recordaba sus inicios. De su carrera de danza clásica rescató, por ejemplo, el papel que jugó la profesora de Torremolinos Tona Radely.

Sincera y espontánea, la actriz -presidenta del jurado del festival- comenzó la charla con un tirón de orejas. "Estoy acostumbrada a ver las salas llenas en el festival y no sé por qué aquí no sois tantos". Luego, echó mano de su memoria para recuperar de la infancia con su padre las mejores anécdotas. En No matarás recordaba cómo la tuvieron que teñir de rubio platino para que encajara en el personaje. Se pasaron con el tinte y le salieron heridas en el cuero cabelludo. "Lloraba y soñaba que me iba a convertir en Catherine Denueve", aseguraba entre risas. En ese momento Antonio Molina se le acercó y le espetó: "¡Qué te has creído que es esto, tendrás que hacer de monja, de puta y de todo!". Aún así le bastó con ver una sola película de su hija para convencerse de que la prefería al natural. "Decía que no le gustaba que fuera otras personas, que me quería recordar como era yo".

Y, por fin, cuando en una fiesta familiar su padre obligó a "esa tímida joven que era" a salir a recitar un poema ella lo tuvo claro. "Me dije: si me van a dar tanto amor de vuelta hago esto hasta morir".

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