Cultura

El doble juego de Vik Muniz

  • El CAC presenta hasta el 2 de diciembre la mayor retrospectiva en Europa del artista brasileño, compuesta por más de un centenar de fotografías que muestran su trabajo más personal

En el universo artístico del artista brasileño Vik Muniz (Sao Paulo, 1961) nada es lo que parece.   La reproducción de imágenes de conocidas obras clásicas, rostros famosos o simplemente personas anónimas en escenas cotidianas empleando materiales que se salen de la norma es la seña de identidad de un trabajo que en apariencia puede parecer simple pero que encierra fuertes significados. El CAC presentó ayer la que es la mayor retrospectiva en Europa de Muniz, que ocupará el espacio principal y parte del dedicado a las colecciones permanentes durante los próximos tres meses.

El trabajo de este artista propone un doble juego al espectador que contempla su obra. Iconos reconocidos del arte actual y obras clásicas quedan plasmados bajo una mirada diferente que llega incluso a engañar al espectador: desde cierta distancia, la imagen representa obras de arte o rostros de personalidades conocidas, pero a medida que el observador se acerca descubre el material del que están hechos, los detalles reflejados, y si bien en alguna ocasión no reproduce fielmente la imagen original, el espectador la reconoce a la perfección, con el ingrediente sorpresa de descubrir de qué está hecho, como Narcisus (2006), lienzo original de Caravaggio, pero representado con basura y trastos viejos.

 Más de un centenar de fotografías han sido seleccionadas en una muestra que "no está planteada como una retrospectiva como tal, sino que más bien es una visión de las intencionalidades artísticas de la obra de Muniz", aseguró ayer en la presentación de la muestra el director del CAC, Fernando Francés. De este modo, en la sala central cuelgan las fotografías  en las que el brasileño ofrece su particular revisión de algunas de las piezas más emblemáticas de la historia del arte, en una segunda queda representado el mundo del lujo y el glamour y por otra parte están sus obras en blanco y negro y las piezas relacionadas con la naturaleza.

El nexo común de todas esas intencionalidades artísticas es el uso de materiales cotidianos pero nada convencionales en un intento de jugar con la imaginación del espectador. La elección de los materiales no es casualidad o una mera cuestión de estética. Tras el azúcar, la mermelada, la basura, el polvo o la tierra se esconde una intencionalidad: la de transmitir un mensaje con un trasfondo de denuncia social que sea fácilmente comprensible para todos los públicos y que sirva como aliciente para despertar la conciencia de los mismos. "El propósito de mi obra es el de comunicar ideas complejas y profundas, se trata de un arte inteligente que va más allá", señaló Muniz ayer en la presentación de la exhibición.

Cada elemento empleado minuciosamente en la obra tiene su significado: el azúcar representa la imagen de los niños que trabajan en las plantaciones de caña, mientras que la basura de los vertederos retrata la vida de las personas que diariamente se ven obligadas a visitarlo en busca de sustento.

Y es que la obra de Vik Muniz no está sujeta a los criterios elitistas que tantas veces se atribuyen al arte contemporáneo. "Mi arte no está dirigido sólo a críticos de arte, sino que está hecho para que sea comprensible al gran público", confesó.

El artista comenzó su carrera como escultor, pero el uso de estos materiales efímeros hacen de la fotografía el único medio capaz de dotar su trabajo de perdurabilidad. Esta disciplina se convierte así en el último eslabón de la larga cadena que conforma su proceso creativo, en el que la investigación cumple también un papel fundamental.

Para aquellos que quieran entrar en el juego de Muniz, la exposición puede visitarse desde hoy y hasta el 2 de diciembre en el CAC de martes a domingo de 10:00 a 20:00, con entrada gratuita.

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