Cultura

Un dulce caducado de gusto amargo

  • Madonna apuesta sobre seguro con 'Hard candy', de la mano de Timbaland y The Neptunes, y se equivoca

Una despedida, un regreso y un error. Todo eso es Hard candy (Warner, 2008), un álbum que juega a ser de hoy y ya nos parece de ayer. La Ambición Rubia termina a la baja su relación con la discográfica Warner, a la que despacha con un disco decepcionante. Por otro lado, la diva americana más british vuelve a trabajar con productores y artistas estadounidenses, tras años de divertirse con ingleses como William Orbit, o franceses, el gran Mirwais. Si en Europa encontró las claves para resurgir, en su casa sólo ha logrado desdibujar sus personalidad y sonar como sus seguidores. Esa equivocación ha dado lugar a un trabajo sin canciones, y cuyo single -lo mejor de este producto- podría ser de cualquiera.

Tras Confessions on the dancefloor (2005) esto suena muy decepcionante, si allí se invitaba a bailar aquí sólo hay una puerta abierta a la epilepsia. Timbaland, Danja, Timberlake y The Neptunes han construido un ladrillo sónico en el que han recuperado todos sus trucos pero en la versión menos lucida: sintes guarros, riffs sudorosos y funkys, beats rotos... Esto quiere ser R&B con groove pero Madonna no parece estar cómoda en un traje hecho para otras divas, esas que tienen carga soul real.

Este caro estropicio es un bloque homogéneo en el que ni cantante ni productores han dejado hueco para las melodías. Y luego están las letras, que no ayudan a endulzar el trago. El aflamencado Spanish lessons hace levantar las cejas hasta que te asoma la sonrisa: "Cállate means close your mouth". En fin.

Madonna ha querido mimetizarse con el ambiente, y como es un camaleón con dinero ha contratado a los mejores, pero en horas bajas. Si Timbaland era un sospechoso, y The Neptunes unos declarados irregulares, no sabíamos lo mal que lo podía hacer Kanye West -nunca sonó peor que en Beat goes on-. Quizá sea la cercanía con una Madonna desinflada lo que les empeore.

Paso en falso, no es el primero de Madonna en 26 años de carrera, pero que si repite le puede llevar a la más absoluta irrelevancia, porque aquí ya no hay ni riesgo.

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