Cultura

El escenario, su territorio natural

  • Seis mil personas a los pies de Manu Chao para cerrar el Festival 3 Culturas

Dice que ya no hace discos. Que no le hace falta. Y que prefiere tocar en bares. Por eso es tan difícil verle, dar con él en un escenario. Más aún en este sur. Aunque parece difícil entenderlo: sobre un escenario se le ve disfrutar de sobre manera, es su territorio natural. Salta, grita, baila, corre, corea una y otra vez desmontando al público. También dice que le gana la cercanía del bar, pero el público le agradecerá para siempre excepciones como las de la noche del domingo en un campo de fútbol donde no rodó el balón: Frigiliana entera a sus pies, adorando a un ser que hace lo mismo desde hace años, pero que siempre se reinventa, siempre sorprende. Fiel a sí mismo reflejándose en ese charquito de agua turbia que, dice, canta, es su vida.

Forzó la máquina el francés hasta pasadas la una de la mañana. Casi tres horas de concierto en las que se pudo soñar con otro mundo gracias a La Ventura, esa versión más rockera de sus grandes clásicos. Son tantos que le dio tiempo a revisar sus 'me gusta' antes de que existiera Facebook, a clamar contra la FIFA antes de los sucesos de Dortmund, a gritar contra la situación de esos cuyo destino es correr por no llevar papel y que se topan contras los muros xenófobos europeos. O recordar a los que se quedan en el camino como una raya en el mar. Criticó los transgénicos. Y viajó junto al público hasta la estación Esperanza, la próxima en la que todos deseamos bajarnos mientras amaina esta crisis, quizás más de valores que económica en un mundo loco cercano a la emergencia. Música que movió masas pero que debería remover conciencias: da vergüenza que unas letras escritas a finales de los 90 estén hoy más de actualidad que nunca. Seguimos sin saber por dónde saldrá el sol. Si es que lo hace. Infinita tristeza.

Mientras la luna llena levantaba tras la sierra, enérgico sin fisuras, bajo un ritmo tremendo, nunca se cansó Manu Chao de agitar con su música a esa Andalucía tropical que se reunió en masa para verle y agotó las seis mil entradas disponibles para el evento -el doble de los 3.000 residentes habituales de Frigiliana-. Se hizo esperar, pero esta vez (otra vez) los coches tuvieron la culpa pese a los esfuerzos de la organización. Minutos antes de las 22:00, cientos de personas atascaban la carretera por donde el viento se va pero todos los coches no caben. Y hubo quien debió aparcar casi en la mismísima salida de la autovía, cuatro kilómetros más abajo, pensando si merecía la pena subir, con las horas que son, mi corazón. Una situación más que previsible que obligó a retrasar 45 minutos el inicio del esperado concierto.

Una cita musical que cerró la décima edición del Festival Frigiliana 3 Culturas, excepción al de principio a fin, de Ara Malikian a Carmen París pasando por el propio Manu Chao. Un tipo que hizo temblar la tierra en una noche inolvidable para este maravilloso pueblo de la Axarquía donde todo fue mentira, la verdad.

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