Partiendo de presupuestos lacanianos, no existiría mismidad sin otredad: debemos nuestra existencia al otro, o a la otra si precisamos más todavía conforme a las tradicionales relaciones materno-filiales, teniendo en cuenta que el nacimiento nos arroja literalmente a un mundo frente al que somos criaturas de extrema vulnerabilidad. La otredad, las identidades dentro de un colectivo -dos empiezan a ser multitud aquí-, y los procesos creadores (dentro de los cuáles la comunicación es fundamental) serían los vértices de la propuesta que Alba Moreno (Málaga, 1985) y Eva Grau (Málaga, 1989) presentan en la galería de Isabel Hurley (Paseo de Reding, 39). En ocasiones, el esfuerzo se traduce en éxito y nuevas oportunidades. De modo que no es de extrañar que el trabajo desarrollado por el tándem Moreno & Grau en experiencias anteriores las haya llevado en volandas hacia este espacio, donde hasta el hasta el 14 de enero de 2017 puede verse The distance in between, su primera individual en una galería. Solo que hablar de individualidad en el caso de las dos artistas resulta un tanto peculiar, en el sentido de que es precisamente su propia individualidad la que confluye en un proyecto artístico que comienza a ser altamente diferenciable, tanto en su poética como en su discurso. Aparece aquí de nuevo un uso de la tecnología que en apariencia media entre las personas y que para ambas supone un espacio virtual para el encuentro y el diálogo. La dualidad se reitera, bien a través del entramado físico (escultura), en la imagen en movimiento (vídeo), o en la instantánea (fotografía), dentro de lo que ya viene a ser un tema recurrente en ambas creadoras. Por lo demás, la limpieza y claridad de una exposición que se contempla en la neta penumbra, supone una invitación a la reflexión alrededor de paisajes y relaciones, interpelaciones y respuestas. Un bálsamo ante el egotismo común, la ausencia de empatía -y de sentido común, por tanto- en tantas relaciones adulteradas por egos sobrealimentados.

El carácter especular de piezas anteriores de Moreno & Grau reaparece, fundamentalmente, en la obra que ocupa la parte central de la galería, una pasada titulada Return. Forever (2016). Obra realizada ex profeso para la muestra, parte de una imagen fija de una doble cascada que confluye, con la naturaleza dando fe de su movimiento; no solamente puede verse de un lado a otro de la tela, sino que refleja su reverso en un suelo de cristal oscuro en el que la grabación audiovisual se desborda. Se trata de una pieza construida para ser observada con la lentitud y gravedad de lo que expresa: la dualidad en la que se producen intercambios, el diálogo entre el lecho fluvial y el entorno, no siempre armónico, como hemos podido comprobar recientemente. Relacionarse, tanto entre unas y otros como entre unos y otras y el territorio, supone echar mano de pactos, renunciar para no imponerse de cualquier manera. O así debería ser, claro.

Los otros dos espacios de Isabel Hurley están ocupados por obras ya existentes pero que sin embargo resultan coherentes y dialogantes con lo anteriormente descrito. En el caso de The old world is burning (2016), la estancia islandesa de las autoras centra una serie fotográfica remozada que de alguna forma rompe con el equilibrio por mor del propio rincón donde son expuestas, a modo casi escultórico. Aunque la escultura, o más bien instalación escultórica, The inner room (2016), es la que dota de mayor fisicidad a la exposición, escenificando además un diálogo mudo en morse que bien pudiera producirse entre ellas mismas. Con un enunciado que constituye, quizá, la declaración de principios clave en una voz autoral desdoblada en la que una no se concibe sin la otra: "There is no energy without opposites". Al fin y al cabo.