Raúl Arévalo. actor y director

"El cine español ha aprendido a hacer suyo cualquier tema sin pudor"

  • El intérprete presta su voz en 'Memorias de un hombre en pijama', adaptación del cómic de Paco Roca dirigida por Carlos Fernández de Vigo

El actor y director Raúl Arévalo (Madrid, 1979), ayer, en el Teatro Cervantes.

El actor y director Raúl Arévalo (Madrid, 1979), ayer, en el Teatro Cervantes. / marilú báez

-¿hay algo que haya aprendido haciendo Memorias de un hombre en pijama y que no supiera?

-No sabría responder a eso. De hecho, no sabría responder respecto a ninguna otra película que haya hecho. A ver, he aprendido mucho sobre el trabajo en una película de animación, en lo que tiene que ver con crear una voz para un personaje, algo que me ha resultado bastante más divertido que el mero doblaje, con el que por cierto suelo tener más problemas. Si mañana tengo que hacer otra película de animación, ya iré con la lección algo más aprendida. Pero no sabría decirte qué he aprendido como actor, qué poso me ha dejado. Supongo que eso habrá que verlo con el paso del tiempo.

-¿Tampoco en el cine las experiencias son siempre directamente traducibles, entonces?

-Así es, es evidente que la vida está hecha de experiencias y que a priori más experiencias se traducen en una vida más rica. Pero no siempre sabemos de primeras qué conclusión podemos extraer de una experiencia concreta. Con el trabajo sucede lo mismo.

-¿Fue la suya al menos una participación menos ardua que en una película de acción real?

-Mi trabajo se desarrolló durante dos semanas. El equipo, que ya llevaba tres años con el proyecto, me lo puso todo muy fácil, muy cómodo, pero también fue bastante intenso. Cuando te metes diez horas al día en un estudio de doblaje terminas con la cabeza como un bombo, pero hay pequeños retos, un mínimo matiz aquí, una leve inflexión por allá, que te indican el camino para ir mejorando cada vez, y entonces es muy divertido.

-La participación de Memorias de un hombre en pijama en la sección oficial a concurso del Festival de Málaga ha sido muy comentada. ¿Ha perdido el cine español el respeto a cualquier género, también en lo industrial?

-Sí, hay cada vez menos pudor hacia cualquier tema, pero esto viene dándose desde hace ya muchos años. Quizá ahora lo más interesante es ver cómo somos capaces de hacer nuestros esos temas. Si antes alguien hacía un musical en España se miraba sin dudarlo al modelo americano, pero ahora se hacen películas como La llamada, que es mucho más cercana. Antes lo habitual era rodar un thriller a la manera de los hermanos Coen, pero ahora Alberto Rodríguez lo hace a la española, sin pudor alguno y con el favor del público.

-¿Tuvo en cuenta ese criterio de proximidad en la escritura y el rodaje de Tarde para la ira?

-Sí, eso estuvo claro desde el principio. Me gustan mucho las historias contadas desde un punto de vista personal, que abordan una realidad local pero aspiran a ser universales. Los Coen pueden ambientar una película en el Mississippi pero nos da igual, nos podemos sentir parte de lo que pasa, al igual que otras muchas películas ambientadas y rodadas en sitios donde no hemos estado nunca. Curiosamente, al público le gusta ver historias que puede reconocer como suyas, pero al mismo tiempo éstas no son las más fáciles de levantar. Hay productoras reticentes a poner en marcha proyectos que puedan parecer de corte cañí, por mucho que luego guste la película. Por una parte se rompen tabúes, por otra parte perduran.

-¿Y estuvo siempre convencido de que estaba haciendo la película que quería hacer?

-Absolutamente. La productora confió en mí siempre, me dio toda la libertad y a la vez sentí que iba con ellos de la mano en cada momento, muy respaldado, en una misma línea. Tuve la suerte de hacer lo que quise, todo fue consensuado pero siempre con mi idea, incluso sin miedo a equivocarme, lo que es un privilegio enorme.

-Es de esperar una continuidad en su labor de director tras el éxito de su debut, ¿está ya en marcha el segundo proyecto?

-Ahí estamos, por ahora estoy escribiendo y cuento con mi productora, pero está por ver quién la financiará. Sigue sin ser fácil.

-A la hora de actuar, ¿lo hace desvinculándose del todo de su intuición de director, o ésta termina colándose de algún modo?

-Cuando actúo no me pregunto ni una sola vez cómo haría yo la película como director. Simplemente cambio el chip, hago mi trabajo y atiendo a las instrucciones del director. No pienso en otra cosa.

-Contaba Guillermo del Toro esta mañana [por ayer] que estuvo el otro día en El Corte Inglés y compró varias películas, entre ellas Tarde para la ira.

-Me lo dijo ayer. Fui a felicitarle por el Oscar y me salió con eso. Me dio felicidad para un montón de días, imagínate. Es una maravilla que un cineasta de su talento esté tan dispuesto a compartirlo, a venir a Málaga y a pasar su tiempo aquí con todo el mundo. Es gente así de la que quiero aprender y a la que me quiero parecer.

-Pero, ¿quiénes han sido sus principales maestros?

-Creo que lo que más me inspira son las actitudes, como la de Guillermo del Toro, precisamente. La pasión por el cine me resulta siempre admirable. Después, admiro a muchos actores y directores, pero la inspiración depende mucho de la película que esté haciendo en cada momento. Es algo muy libre.

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