Todo un espectáculo sonoro

Alejandro Delgado

30 de enero 2008 - 05:00

A estas alturas del ciclo ya podemos decir que la calidad de los conjuntos de este año ha sido enorme, y si bien el repertorio ha sufrido un encorsetamiento en lo nacional que ha negado el posible disfrute de compositores de talla internacional, como es el caso de anteriores ediciones, hemos encontrado interpretaciones, músicos y conjuntos maravillosos. El Sax-Ensemble no es ninguna excepción: sus más de dos décadas de existencia han dado copiosos frutos en el terreno de la música de nueva creación.

Rumia de Luis De Pablo consta de tres movimientos que son adaptaciones de obras anteriores, y quizás por ello la macroforma no terminaba de cuajar, pero es innegable que los fragmentos aislados funcionaban, especialmente el bello Enigma, con su constante balanceo de suspensiones y resoluciones. Los Frammenti 5b hacían hincapié en el efecto estereofónico que se producía al situar a los saxofones repartidos por el escenario en distintas formaciones, e incluso introducía la carraca y los crótalos como elementos sorpresivos y casi teatrales. Los miembros del ensemble superaron las dificultades técnicas que presentaba, que no eran pocas, y supieron conferir unidad al conjunto de pitidos y percusiones que se tornaron hermosa cacofonía.

El punto álgido del programa llegó con Zulema de la Cruz y su obra Austral. Esta autora madrileña nos tiene acostumbrados a una gran calidad en todas sus creaciones, y bien merecería ser homenajeada con una edición de este ciclo. Perfecto control de densidades y masas sonoras e impecable uso del arte de la instrumentación para aunar el quinteto de saxofones con la percusión; una escritura que es tan técnica como expresiva: estos factores unidos a la sabia y segura batuta de José Luis Temes nos hicieron disfrutar de todo un espectáculo sonoro. Posteriormente, Superficie Quebrada de Jacobo Durán-Loriga y Corola de Luis de Pablo sirvieron para que el conjunto pudiera lucirse más en el campo del virtuosismo haciendo gala de una admirable técnica todos y cada uno de los saxofonistas.

Y tras el banquete musical vinieron los honores, ya que el concierto coincidió con el septuagésimo octavo cumpleaños del maestro De Pablo, que recibió el ramo de flores con la vitalidad y la jovialidad de un veinteañero. Él es la prueba viviente de que no sólo Mozart sirve para la musicoterapia: la música de vanguardia también puede tonificar. Felicidades, maestro.

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