El genio tenebroso
"Traidor nato, miserable intrigante, puro reptil, tránsfuga profesional, vil alma de corchete, deplorable inmoralista…" Zweig recoge los calificativos que los historiadores han dedicado a Fouché, pero niega el papel secundario que la posteridad -con la significativa excepción de Balzac- ha otorgado a una figura decisiva en la convulsa política francesa de los años de la Revolución y el Imperio. Odiado y temido, Fouché representa el paradigma de la supervivencia política a cualquier precio. Sus extraordinarias dotes para la intriga llevan a Zweig a definirlo como "el más consumado maquiavélico de la Edad Contemporánea", pero el secreto de su carácter, nos dice el biógrafo, es que no tenía carácter ninguno.
Su caso le sirve para trazar un perfecto análisis de las sinuosidades del alma humana -el libro está reveladoramente dedicado a Arthur Schnitzler- en una época que puede ser cualquier época, pues en Fouché, encarnación del talento unido a la absoluta falta de principios, cifra Zweig su recelo frente una peligrosa "raza intelectual" de "tahúres profesionales" a los que llama diplomáticos. El genio, se concluye, también puede desenvolverse en las tinieblas.
No hay comentarios