La guerra en Pandora

Doce años después de 'Titanic', la cartelera recibe la nueva película de James Cameron, 'Avatar', un despliegue audiovisual e intergaláctico de 300 millones de euros

P. Bujalance / Málaga

18 de diciembre 2009 - 05:00

Allá por 1997, las lágrimas corrieron en las salas de cine al hilo de Titanic (la canción de Celine Dion contenía azúcar como para sacar el barco a flote) con la misma abundancia que los once Oscars que coronaron la carrera de James Cameron. Pero, en realidad, aquel romance que rescató los efectos de los grandes hitos clásicos del Cinemascope significaba una nota disonante en la carrera del director canadiense (Ontario, 1954), elevado a los altares por los aficionados al género fantástico como creador de Terminator en 1984 y de su primera y magnífica secuela en 1991. Cameron, que empezó en el oficio como técnico de efectos especiales para Roger Corman, y que tuvo un fatal debut como director en Piraña 2, fue también el elegido para firmar la alevosa secuela de Alien en 1986, reto del que salió más que bien parado al imprimir en sus Aliens acción a todo trapo donde Ridley Scott se había puesto hitchcockianamente misterioso. De cualquier manera, tras fundir a Leonardo DiCaprio y Kate Winslet en uno de los más famosos abrazos de la historia del cine (cuyo curriculum incluye otros hitos como el guión de Rambo: Acorralado) y ganar dinero para competir con China en la compra de Islandia, Cameron se recluyó y guardó silencio, roto únicamente para rodar documentales en los que daba rienda suelta a sus pasiones: el submarinismo (Aliens of the deep, versión científica de su Abyss de 1989) y el descrédito de la resurrección de Cristo (La tumba perdida de Jesús). Nada más. Hasta ahora.

Hoy se estrena en la cartelera malagueña Avatar, la nueva película de Cameron, candidata a cuatro Globos de Oro (entre ellos los de mejor película y mejor dirección) y promocionada como la producción más cara de la historia, con una inversión de 300 millones de euros. De hecho, el proyecto responde a una vieja idea que el director tenía en mente desde hacía décadas y sólo ha podido materializarse cuando el desarrollo tecnológico lo ha permitido. El resultado es un despliegue audiovisual sin precedentes, protagonizado por Sam Worthington, Zoe Saldana y Sigourney Weaver (quien ya trabajó con Cameron en Alien), que recrea la guerra que libran en el año 2154 los humanos y los na'avi, alienígenas habitantes de Pandora. El avatar al que se refiere el título es una raza creada a partir de la combinación de ADN humano y ADN na'avi cuyos cuerpos biológicos extraen de las minas de Pandora un mineral extraño que puede resolver la crisis energética de la tierra, mientras son controlados a distancia por los seres humanos. La rebelión, claro, está servida.

Cameron firma para la ocasión una película que sigue el canon del cine aventuras con moraleja ecologista y que bebe tanto de clásicos de la ciencia-ficción (desde La guerra de las galaxias a 2001: Una odisea del espacio) como del western. Hay también un romance a lo Titanic y multitud de auto-referencias. La crítica, tanto en Estados Unidos como en Europa, ha sido unánime: Avatar representa un espectáculo de 160 minutos de incomparable parangón pirotécnico, pero adolece de un guión flojo y de personajes no muy bien construidos. Y qué: hay palomitas para equilibrar.

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