carolina astudillo. directora

"He hecho una película feminista, pero también es muchas otras cosas"

Carolina Astudillo (Santiago de Chile), llegó en octubre 2008 a Barcelona para estudiar el Máster de Documental Creativo de la Universidad Autónoma. Su idea era quedarse nueve meses, pero ya lleva diez años. Es el lugar desde el que ha cimentado su carrera cinematográfica. Recibió numerosos premios con sus primeros cortometrajes y triunfó con su primer largometraje, El Gran Vuelo, que recibió la Biznaga de Plata del Festival de Cine de Málaga en 2015. Ahora vuelve con su segundo largo, Ainhoa, yo no soy esa, que se presenta hoy a las 19.30 en el Teatro Echegaray. Una historia rodada en Súper 8 tan difícil de definir como apasionante.

-¿Quién es Ainhoa?

-Ainhoa era una mujer como cualquier otra, común y corriente. Con una vida escrita en sus diarios. No era una mujer excepcional, era como cualquiera podemos ser. Pero le tocó vivir un momento difícil con la muerte de su padre, cambió varias veces de camino y luego se suicidó. En el fondo, su historia puede ser la de cualquier persona.

-¿Qué le atrajo para centrarse en su historia?

-A mí me gusta trabajar con archivos íntimos, como ocurrió con las cartas de Clara, la protagonista de El Gran Vuelo. Un día el hermano de Ainhoa, Patxi, que es muy amigo, llegó a mi casa. Me contó la historia de su hermana, que se había suicidado y había dejado unos diarios. Y que le había llamado mucho la atención la diferencia entre la Ainhoa que escribía esos textos y la Ainhoa que todos conocían. Ella era una persona alegre, extrovertida, sonriente; pero en sus escritos aparece sufriente, depresiva, con una autoestima muy baja. Es una dicotomía muy interesante. Su propio hermano estaba muy sorprendido. No reconocía a su propia hermana.

-La historia se recompone a través de sus diarios y muchísimo material familiar, ¿cómo consiguió tantas imágenes?

-Patxi me dijo que tenía imágenes familiares y un día llego con una maleta llena de rollos de películas y cientos de fotos. Su padre trabajaba en televisión y tenía varias cámaras Súper 8, inventaba aparatos que grababan las conversaciones telefónicas, tenían miles de fotografías familiares... Ahora es más normal, pero ellos se grababan en los 80, 90... y en aquella época no era tan común grabar tanto. Siempre estaban pendientes de la cámara y existe material buenísimo, pero no cabía todo en la película.

-¿Cómo seleccionó lo que utilizaría para la película?

-Siempre te quedas con la sensación de que te dejas muchas cosas importantes fuera. Me centré en hacerlo de manera cronológica, extrayendo lo más relevante de las cartas y las imágenes de cada etapa. Pero es algo muy subjetivo, yo elijo partes que otras personas no utilizarían. Y viceversa. Me quedé con lo que más me interesaba: la soledad, su relación con los hombres, temas como la regla o el aborto... Lo conectado con lo que a mí me pasa.

-De hecho, en la película cuenta que su historia personal tiene ciertas similitudes con las de Ainhoa.

-Sí, por eso en la película le escribo una carta. Me interesó escribirle a alguien que nació en una época similar a la mía, con circunstancias y contextos similares, pero en un país lejano. Cuando leía su diario me daba cuenta que lo que ella escribía se parecía mucho a lo que yo escribía o a lo que yo pensaba. Son temas recurrentes en los diarios de otras mujeres, y más allá de contar su historia, me permitía hacer genealogía. El documental me sirvió para recuperar a algunas de las mujeres más importantes de mi vida, mis amigas, mi madre, algunas artistas... Incluso, por ejemplo, me quedé embarazada durante el proceso de guión y leer alguna de las cartas de Ainhoa sobre el aborto me sirvieron mucho. Fue una casualidad y por eso quise incluir mi situación personal. Es importante leer la experiencia de otras mujeres que aparece en sus diarios.

-¿Por qué?

-Ayuda ver cómo en lugares y épocas distintas a otras mujeres les ha pasado lo mismo que a ti. No te sientes sola. Hay que tener en cuenta que las mujeres en general no tenemos precursoras, los referentes de la historia son siempre masculinos. Y a mí personalmente me ha servido muchísimo leer los diarios de Susan Sontag, el trabajo Sylvia Plath... Leer la escritura de otras mujeres ayuda mucho. Y realizar un ejercicio como es escribir un diario, lo que a uno le pasa, también sirve mucho. Puede parecer un cliché, pero es una válvula de escape. Cuando me siento mal escribir me ayuda a aclararme, desahogarme, expresarme... A tomar cierta distancia de lo que sientes.

-¿Es una película feminista?

-Sí, pero también muchas cosas más. Lo es en parte y no se puede encasillar sólo ahí. Tiene ciertos elementos del documental feminista, claro. Las directoras que hacen este cine no separan lo personal de lo político, cuentan la historia en primera persona, se muestran ellas en la película, hablan de temas como la maternidad, el aborto, la educación sentimental, no tienen una estructura lineal... Y sí, ahí encaja la película, pero no se puede encasillar.

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