Dos hombres de cine

El director Imanol Uribe y el actor Carmelo Gómez acaban de visitar Málaga como docentes de un taller intensivo para profesionales

El director de cine Imanol Uribe, ayer en Málaga frente a los alumnos del taller que ha impartido sobre interpretación, escritura y dirección.
El director de cine Imanol Uribe, ayer en Málaga frente a los alumnos del taller que ha impartido sobre interpretación, escritura y dirección.
Rocío Armas / Málaga

11 de marzo 2009 - 05:00

El cine es una batalla de egos. Y cuando el rodaje enfrenta a director y actor el resultado se resiente. Con idea de subsanar este choque profesional Imanol Uribe y Carmelo Gómez han decidido aunar talentos en un fin común: transmitir a otros compañeros de profesión la necesidad de empatía entre quien se coloca detrás de la cámara y quien se enfrenta a ella. "La comunicación director-actor es casi tan importante como el guión", matiza el realizador vasco. Ha compartido con Carmelo Gómez cuatro películas, una misma visión de trabajo y no han querido desaprovecharlo. Ayer ambos se despidieron en Málaga de los alumnos del taller Interpretación, escritura y dirección en el proceso de la creación cinematográfica (organizado por el Centro de Estudios Escénicos de Andalucía), dirigido a actores y directores debutantes o en activo.

"Son cuatro días, es un trabajo muy intensivo pero está bien porque uno de los factores claves en cine es el factor tiempo, que siempre juega en contra. Los alumnos disponen de dos horas para realizar un corto de tres o cuatro minutos. Y yo para eso soy muy inflexible, cuando se acaba el tiempo se acaba", expresa el director de Días Contados. A su lado Carmelo Gómez escucha atento las palabras de un hombre con el que le gusta compartir títulos de créditos.

Consciente de la necesidad de empatizar con quien mueve los hilos, el actor reconoce que no todos los directores lo consiguen. "Algunos nos miran o con una indiferencia absoluta porque creen que somos idiotas (y algunas veces tendrán razón) o con miedo. Hay directores que se tropiezan con los actores porque no los ven, son simples objetos a colocar. Hay que saber entenderse , porque al final hablamos un lenguaje común", matiza Gómez. Y a su lado Uribe asiente con la cabeza.

"Cada actor es un mundo. Ésta es un profesión de muchos egos y muchos desequilibrios. Los directores tienen que tener mano izquierda y mimar a cada uno de los actores según como sean y en qué momento estén para sacarle el máximo rendimiento, esa es la intención última", sentencia Uribe.

La grabación de una película puede corroborar el tópico de crear una gran familia en el equipo, o desmentirlo . "El rodaje te pone al límite de tus posibilidades y te vuelves muy egoísta. El director, el actor, los técnicos... cada uno tira de su lado y hay que negociar", confiesa Uribe. Suya es la responsabilidad de que todo "funcione como una máquina bien engrasada, quitarle presión cuando hace falta y meterle presión cuando no la tiene", añade.

Por su parte, la faceta de docente despierta en Carmelo Gómez un estímulo que desconocía. "Me reactiva. Me gusta tanto mi oficio que no quiero irme de esta historia sin haber aportado lo mío. Quien te tiene que enseñar debería ser muy generoso", sugiere el intérprete de Tierra. Tras cuatro días intensivos de trabajo con los alumnos, guiando los guiones del cortometraje a realizar, ambos profesores reconocen sentirse interrumpidos. "Cuando empezamos a disfrutar un poco se acaba el curso", lamenta.

Con más de una decena de películas en su haber, ocho premios Goya por Días Contados y otros siete por El Rey Pasmado, Uribe tiene argumentos para opinar sobre la identidad del cine español. "Yo creo que la nacionalidad de una película la da su producción", sentencia.

Respecto a la solvencia o no de la industria nacional, responde sin ambages. "El cine español desde el punto de vista de los profesionales tiene un nivel altísimo pero industrialmente siempre ha sido endeble. La gente consume más cine que nunca pero no en las salas y ese dinero no llega a los inversores. Y el coste de las películas sigue siendo alto. De ahí que la cosecha anual le parezca exagerada. "Es un disparate que se hagan en España unas 150 películas al año, mucho más de las que se pueden consumir", concluye.

stats