La ilusión del Mago Pop
El reconocido ilusionista continúa con su gira española del 2 al 5 de junio en el Teatro Alameda, donde presentará un espectáculo muy dinámico, colorista y dirigido a todos los públicos.
Sus espectáculos se caracterizan por su tono colorista, su cercanía y dinamismo, características que de forma evidente atraen a los espectadores. No en vano, más de 450.000 personas han acudido a ver La gran ilusión, un montaje de Antonio Díaz, más conocido como el Mago Pop, basado en la película El show de Truman que nació a finales de 2013. Lo que comenzó siendo un espectáculo modesto que se celebraba en el Teatre Borràs de Barcelona ha acabado como una gran atracción que ha llevado a este ilusionista a recorrer algunos de los teatros y salas más importantes del mundo. Y también a convertirse en una estrella de la televisión, en concreto de Discovery Max, donde tiene un programa, sin olvidar sus apariciones en otras cadenas.
Del 2 al 5 de junio llegará al Teatro Alameda de Málaga, donde presentará La gran ilusión. El montaje condensa "las grandes ilusiones que llevo haciendo durante toda la vida", señala el Mago Pop, y en él hay "magia de gran formato, grandes ilusiones, efectos de manipulación y de habilidad", entre otras. Una de las peculiaridades es que en el show se utilizan proyecciones "para que los espectadores que están en las filas de atrás puedan ver la magia que hacemos en primer término" porque "creo que en la magia, cuanto más ves, mejor", asegura el ilusionista. Además, el espectáculo cuenta con una iluminación muy especial: "es un montaje muy colorista, muy dinámico, muy alegre, y nos servimos de todos los elementos tecnológicos necesarios para llevarlo a cabo", apunta.
Respecto a lo que lo diferencia de otros magos, Antonio Díaz señala que quizás la clave sea "que me apasiona el directo, el hacer más activo el teatro y que llevo toda la vida haciendo magia en sus escenarios". Además, "me gusta acompañar la magia de un todo, que sea un espectáculo con buena música, que tenga ritmo, que la puesta en escena sea única... Quizá ese punto joven, alegre y dinámico sea mi sello", confiesa.
La gran ilusión está dirigido a todos los públicos porque, como él mismo describe, es "como una película de Pixar, el típico espectáculo al que los padres traen a los niños y después se lo pasan ellos mejor incluso". Es decir, es "para todos los públicos, todas las edades y para todos los intereses porque a quien no le guste el teatro le puede encantar y a quien no le guste la magia le puede encantar".
Este joven ha dedicado toda su vida a la magia. Desde que la descubrió a los cuatro años hasta hoy "muchas de las mejores cosas que me han pasado en la vida han sido por ella, desde conocer a personas fascinantes" como Stephen Hawking, Ferran Adrià, Eduard Punset o Nick Mason (el batería del grupo Pink Floyd) "a poder actuar en los escenarios que me hubiera hecho ilusión desde niño". Por ejemplo, hace unos días llevó su espectáculo al Dolby Theatre de Los Ángeles, donde se celebran los Premios Oscar. "Me han pasado cosas fascinantes gracias a la magia", insiste.
En sus actuaciones le gusta utilizar "todo tipo de objetos": "de niño he pasado muchísimas horas con cartas y monedas pero ahora utilizo cualquier objeto; como las cosas que llevan los espectadores como teléfonos móviles y carteras e incluso su propio cuerpo, es decir, hacer desaparecer a personas", indica. Es decir, cree que se puede hacer magia "con absolutamente todo".
Su principal referente a nivel internacional es David Copperfield, "el ilusionista que más me ha marcado y con el que he crecido, lo he visto millones de veces y lo admiro muchísimo", explica, mientras que a nivel español admira a Mag Lari, un mago catalán que hace "magia de escenario" y le parece "un fenómeno". Todo esto sin olvidar a Juan Tamariz, "el mago referente a nivel nacional por los muchísimos años que lleva ilusionándonos a todos".
La relación de Antonio Díaz con el ilusionismo empezó a los cuatro años, cuando un amigo de su familia extrajo una moneda de detrás de su oreja. Se quedó tan asombrado que estuvo cuatro semanas mirándose ante el espejo para averiguar dónde había estado escondido el metal y si había más hasta que su madre le dijo que se trataba de un juego de magia. "Recuerdo la sensación que tuve y supe que eso era lo que quería hacer yo", confiesa.
A partir de ahí soñó con dominar ese arte y se entregó por completo a la tarea, pero a los 13 años se hartó de ser un niño mago y se sumergió en una juventud convencional. Posteriormente descubrió el mundo del teatro y decidió que quería ser actor. Con 18 años empezó a estudiar en el Institut del Teatre de Barcelona, donde redescubrió su amor por la magia. El primer paso fue montar una compañía, Los Abozzi, con un compañero de clase. Con ella debutó a nivel profesional y ganó el Premio Nacional de Magia. Después de esa etapa Antonio Díaz continuó con su carrera en solitario con producciones de pequeño formato.
El año 2013 supuso una inflexión por el estreno en Discovery Max del programa El Mago Pop, donde ponía a prueba la teoría de los seis grados de separación y que le llevó a viajar por todo el mundo. Ese mismo año se estrenó en el Teatre Borràs La Gran Ilusión que, debido a su éxito, se trasladó al Teatre Coliseum, con capacidad para más de mil personas. Allí ha ofrecido siete prórrogas de su espectáculo, que también ha pasado una larga temporada en el Teatro Calderón de Madrid y ahora viaja por toda España.
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