Cultura

La integridad del solitario

Poco puede añadirse a estas alturas a la consideración del antes y el después que supuso Joseph Conrad en la creación de personajes literarios. Su capacidad de introspección, sus esquemas morales y las arquitecturas que aplicó a amores y odios han sido ampliamente explotadas por todo escritor que quisiera dárselas de tal en el siglo XX, y todavía. La editorial El Olivo Azul reúne en este volumen cuatro novelitas que dan buena cuenta de esta maestría y que el propio Conrad recopiló en 1915: El hacendado de Malata (1914), Por culpa de los dólares (1914) -ambas inéditas en castellano desde 1914-, El socio (1911) y La posada de las dos brujas (1913). Los protagonistas, criaturas solitarias decididas a mantenerse en los márgenes de la moral acostumbrada, pero tentados siempre a romper el hilo, conforman un desfile adorable por humano: un intercesor a favor de un amor imposible en una isla remota, el capitán de barco que naufraga en Londres, otro que arriesga su propia vida por salvar la de una mujer y un soldado inglés que se enfrenta a lo sobrenatural en el norte de España. Y, claro, el mar.

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