Cultura

"En internet tenemos menos pudor para mostrar nuestros afectos"

  • Carmen Amoraga presenta la semana que viene en Málaga 'La vida era eso', la novela con la que ganó el último Premio Nadal.

Entre los argumentos que baraja Carmen Amoraga para un próximo libro no se encuentra precisamente la peripecia de "un bombero que salva a la gente de un incendio". A la autora valenciana no le atraen esas espectaculares muestras de coraje, sino esas "heroicidades corrientes", esas situaciones que se dan en la gente común y que "acaban siendo extraordinarias". Encontró ese valor en la madre de una compañera de colegio de su hija, ahora una de sus mejores amigas, que tras la muerte de su marido empezó a escribir en Facebook sus impresiones. En esos textos halló Amoraga "la esencia de la literatura: contar, y que te cuenten, para sentirte mejor" e incluyó esas entradas en La vida era eso, la novela con la que ha ganado el Nadal, una obra "que partiendo de una muerte cuenta un aprendizaje de vida, cómo la protagonista aprende a perder para aprender a vivir".

 

En la ficción, Giuliana, una argentina instalada en España, pierde a su marido por culpa del cáncer. Antes de que éste fallezca, William le pide que escriba por él en su perfil, que comparta con los demás sus sentimientos, sus emociones, sus temores, como él ha venido haciendo hasta ahora. Amoraga, que presenta la semana que viene su novela en la provincia de Málaga con dos citas en los forum de la Fnac (el miércoles 12 en Marbella y el jueves 13 en Málaga),  ha desligado a "la persona real del personaje", pero ella, dice, no se ha podido desvincular de una narración "escrita con las tripas" y en la que ha ido transitando por los distintos estados emocionales que recorre el libro. "Ha sido un aprendizaje en la pérdida", reconoce, "aunque desde que nacemos estamos perdiendo: perdemos la infancia, la juventud, trabajos, amigos que se van a otra ciudad y ya desaparecen, nuestras parejas nos dejan... Con esta novela he aprendido a dar prioridad a ciertas cosas, mientas he estado en contacto con este material tan sensible me he dado cuenta de que pasamos mucho tiempo por la vida sin que la vida pase por nosotros". 

 

En el proceso de acompañar a Giuliana en su duelo, la autora de Para que nada se pierda, con la que ganó el Ateneo Joven de Sevilla, y El tiempo mientras tanto, con la que quedó finalista del Nadal, albergó serias dudas. Entre ellas, "el miedo a caer en el melodrama", un riesgo que cree que ha evitado "el propio personaje , que es muy antipático, asocial, pero tiene mucho sentido del humor", algo que "ayuda" a esquivar los terrenos peligrosos del sentimentalismo. Otra incertidumbre era si sabría recrear verazmente cómo vive alguien ese impacto de la pérdida, si sabría reproducir de modo convincente detalles de ese duelo, como los traicioneros sueños en los que aún vive el ser querido, la sacudida de sentir que su olor todavía impregna su ropa. "Era una cosa que me preocupaba mucho. Yo sólo he perdido a mis abuelos cuando ya tenían una edad, he tenido muertes en mi entorno que eran, digamos, ley de vida. Me inquietaba que gente que hubiese pasado por eso dijera: Sí, está bien escrito, pero se nota que no lo ha vivido. Afortunadamente, en las redes sociales estoy teniendo un feedback continuo de gente que sí ha afrontado ese drama y se siente reconocida", cuenta. 

 

La vida era eso, que en su título desdice unos versos de Lucía Sánchez de Saornil, "Has luchado y has perdido. / Eso es la vida", no es, asegura Amoraga, "un libro de autoayuda" pero sí "una novela optimista, porque va de personajes que tienen que sobrevivir y al final viven. No es lo mismo sobrevivir y vivir, es como andar y correr. Para hacer lo segundo tienes que aprender a hacer lo primero", argumenta.  

 

Frente a la amenaza que otros escritores detectan en internet, Amoraga defiende una visión muy diferente. Su protagonista "se siente más protegida en la red, ella utiliza esa herramienta como una pomada para curar la herida. Hay un momento de la novela en que su hija le dice: Me gusta verte en Facebook porque ahí pareces feliz, en la vida real siempre estás triste". La autora no ve "frías" las redes sociales y considera, incluso, que pueden contribuir a que alguien gestione mejor su emotividad gracias a ellas. "Por las calles no vamos dándonos abrazos los unos a los otros, pero en las redes hemos perdido el pudor de mostrar nuestra afectividad con los demás", dice una autora que ha observado algunas peculiaridades del duelo en internet -"lo primero que suele hacer la gente es poner en su foto de perfil la imagen de quien ha fallecido"-  y que concluye que "cuando alguien se va, reaccionamos en las redes como lo haríamos en la vida. Puedes poner sólo un me gusta o implicarte más con las familias. Yo no creo que las redes hayan deshumanizado la muerte, porque no tenemos una buena cultura sobre el tema".

 

Amoraga, que ha desarrollado una carrera "muy vinculada a los premios", se muestra feliz porque "ya tengo mi renglón en la Wikipedia cuando hablan del Nadal. Para esta novela, en la que me he enamorado de los personajes, quería un foco que la hiciera destacar frente al resto de novedades. Y qué mejor foco que el Nadal, que es el premio más antiguo de España y en el que están algunos de los nombres más importantes de nuestra literatura..."

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