Cultura

El intimismo de Matisse irrumpe en el Thyssen

  • El museo madrileño exhibe hasta el 20 de septiembre pinturas, esculturas y dibujos de 50 museos y colecciones del mundo

El lujo de Matisse, el de los sentidos y el del espíritu, es un lujo necesario y es el que da sentido a la exposición que el Museo Thyssen-Bornemisza dedica hasta el 20 de septiembre al pintor francés, en la que reivindica uno de los periodos menos tratados de su trayectoria.

Setenta y cuatro pinturas, esculturas y dibujos, procedentes de cincuenta museos y colecciones de todo el mundo, han sido seleccionados por el comisario Tomás Llorens, quien durante los dos últimos años ha trabajo en una exposición en la que quiere mostrar la noción de pintura y creación artística como lujo.

Con una gran mayoría de obras inéditas para el público español, Matisse, 1917-1941 plantea un recorrido por el tramo central de su carrera, largo período al que se ha prestado menos atención, y trata de entender sus claves a la luz del clima artístico de la época en que fue hecha.

"Es un periodo injustamente despreciado por la crítica vanguardista hasta finales del siglo XX", según Guillermo Solana, director artístico del Thyssen. En su opinión, era necesario "reivindicar al Matisse maduro, el del periodo en que migró a Niza", considerado por la crítica aburguesado y conformista. "En absoluto es un pintor menos interesante, ni menos audaz. Es un pintor consagrado que no necesita demostrar nada y que se dedica en Niza, su jardín cerrado, a pintar por placer" en un formato más íntimo y más próximo al espectador.

Todo ello puede apreciarse en un recorrido expositivo en el que las diferentes salas van concentrando estos temas de manera orgánica y cerrada. El apasionante diálogo entre pintura, escultura y dibujo incorporado por el comisario "es uno de los grandes éxitos de la muestra, sobre todo en las últimas salas", en las que se puede apreciar ese dialogo en torno al desnudo.

Llorens comentó los dibujos en que contrasta la forma de trabajar del artista. La del carboncillo, lenta, difuminando, "un trabajo de horas y horas hasta encontrar el trazo justo, y una vez llegado a ese resultado vienen las variaciones fruto de la inspiración". Ejemplo de ello son esos dibujos, con pluma o lápiz, realizados en tres o cuatro segundos. "Para Matisse, setenta años de trabajo, de enormes sacrificios y esfuerzos desembarcan en la capacidad de poder hacer en tres segundos un trazo justo, y eso es un lujo".

Un lujo necesario que reafirmó Matisse y que da sentido a la exposición diseñada por Tomás Llorens en varios apartados que comienzan con Pintura y tiempo, con cuadros realizados en los primeros años de Niza, que tienen como motivo dominante la ventana y junto a ella la música, plasmada en el violín. En Paisajes, balcones y jardines se explora el espacio exterior a través de la pintura de paisajes y jardines, vistos a veces desde la altura de un balcón o una ventana, mientras que Intimidad y ornamento muestra naturalezas muertas que se yuxtaponen a escenas de interior con modelos ensimismadas, durmiendo.

Fondo y figura agrupa obras que reflejan un periodo en que Matisse por la mañana pinta en el estudio con la modelo posando, y por la tarde dibuja reproducciones de Miguel Ángel. En Forma. El desnudo se muestran obras en que el desnudo femenino es su centro principal de atención, el espejo que le ayuda a estudiar todos los problemas de la pintura. Matisse lo estudia en pintura, dibujo o escultura; yacente, sentado o de pie.

El recorrido finaliza con Une sonore vaine et monotone ligne, con pinturas creadas a partir de 1934 en que vuelve al caballete. Sus figuras están cada vez más absortas, más inalcanzables, el color se hace más incorpóreo y la forma se reduce a un trazo. En este espacio se exhiben las series de dibujos que el pintor agrupó bajo el título de Temas y variaciones (1942).

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